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Opinión

La casa de Montejo y sus misteriosas esculturas, en la Mérida que se nos fue…

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Por Sergio Grosjean

La ciudad ha experimentado sin número de transformaciones a lo largo de su historia, y uno de los pocos sitios que ha permanecido casi congelado por más de 4 centurias es la morada es la casa de Montejo. Esta casona, por milagro ha preservado su histórica y monumental portada de la que fue, y sin duda sigue siendo, una de las más aristocráticas mansiones del estado. El interior ha sido modificado con el paso del tiempo, adaptándose a las comodidades y usos que sus diversos propietarios le han dado durante diversas épocas, incluyendo los balcones que se observan a un lado de la puerta principal.

Sin duda, esta edificación es una de las más importantes obras de la arquitectura civil española en Yucatán, y uno de los trabajos más completos que se han publicado de dicho monumento fue escrito por el ilustre historiador J. Ignacio Rubio Mañé, y llamado “La Casa de Montejo”; obra que aborda temas que van desde su manufactura hasta el estudio de los detalles arquitectónicos e históricos.

Al fundarse la ciudad de Mérida, Francisco de Montejo -El Mozo- reservó para su padre –El Adelantado- el enorme solar ubicado en el costado sur de la plaza, y a pesar que no se sabe la fecha exacta del inicio de la construcción de la casa que albergaría al conquistador, una placa de piedra custodiada por dos leones rampantes que la sujetan y ubicadas en la misma portada consigna: “ESTA OBRA MANDO HACERLA / ADELANTADO D. FRANCISCO DE MONTEJO. /MDXLIX”, es decir, el año de 1549. En esta fecha, ya se había hecho cargo del gobierno Francisco de Montejo el padre, ya que este llegó de Campeche en 1546 para suplir a su hijo -El Mozo- quien había gobernado desde su fundación. Su administración fue efímera ya que solo transcurrieron 3 años para que en 1549 fuera despojado del mando por el Lic. Blas Cota. A los 4 años de este duro golpe, es decir, el 8 de septiembre en 1553 falleció en su natal Salamanca.

De acuerdo al ilustre maestro de historia del arte en México Manuel Toussaint, si observamos la fachada de la casa, la técnica que se aprecia en la parte superior es más ruda que la parte inferior, y la misma acomodación de las piedras nos indica que su manufactura proviene de una época posterior, ya que además de ser más tosca, presenta patrones similares a los aplicados en los templos mayas.

Las piedras que conforman el conjunto de la estructura en la segunda planta fueron talladas en bloques de medidas irregulares que se acomodan más a la forma indígena, a diferencia de la parte baja que es más refinada y manufacturada aparentemente por escultores europeos. Interesante señalar que algunos investigadores coinciden que esta etapa señalada como “ruda” fue realizada por indígenas artesanos provenientes de Maní.

Por su parte, el también destacado arquitecto Norteamericano George Kubler opina que los ornatos en forma de gancho que alternan con cabecitas de ángeles que encuadran el vano del balcón poseen influencias mayas, ya que de acuerdo a su óptica, se asemejan a los adornos en forma de gancho colocados a lo largo y arriba de las puertas de algunos templos mayas tal y cómo se aprecia en la llamada Casa de las Monjas en Chichén Itzá, las cuales aparentemente representan el símbolo de Quetzalcóatl. De tal forma, no puede menos que llamarnos la atención ver estos ornamentos incrustados en el frente de la vivienda de uno de los más despiadados conquistadores.

En la fachada es evidente la profusión de figuras humanas que se aprecian a relieve. Además de los hombres lanudos y guerreros que escoltan el escudo de la casa, así como las cabezas de querubín que se observan profusamente en capiteles, frisos y marcos de las puertas, se pueden observar diversas figuras que posiblemente correspondan a las imágenes tanto del arquitecto que diseñó la morada como del conquistador y su esposa, así como gente cercana. Por ejemplo, en el dintel de la puerta existen 3 retratos: del lado izquierdo se aprecia un guerrero barbado ornamentado con una especie de turbante o yelmo ; a la derecha una mujer con adornos en el peinado; y al centro, un hombre pequeño también barbado que sostiene la ménsula del balcón en forma de capitel.

Estudiosos coinciden que los retratos de los lados podrían tratarse de Francisco de Montejo y esposa, y la imagen central corresponde al arquitecto que diseñó la casa. Finalmente, a pesar de no contar con dibujos o óleos de estos personajes, se sabe que el retrato de los arquitectos o escultores en sus obras es una tradición renacentista, siendo de esa manera que no sería nada extraño que tanto el arquitecto como sus fundadores hubieran hecho esculpir sus propias imágenes.

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