¡REPRESOR!

El calvario y drama que viven familias que fueron violentamente desalojadas de un terreno del ejido de Chuburná continua.

“¡SON ÓRDENES DEL GOBERNADOR!»

El calvario y drama que viven familias que fueron violentamente desalojadas de un terreno del ejido de Chuburná continua. En la Fiscalía les dijeron: es muy complicado, porque hay gente poderosa detrás, además de que el verdadero problema fue creado por el comisario quien revendió la propiedad a empresarios”.

Planean la construcción de condominios. Además de Melayes López, otro empresario de apellido Alliud, tiene intereses en el inmueble y uno de los inversionistas es Mauricio Vila y Armando Palma Peniche, dueño de la inmobiliaria Promotora Residencial.

“Es muy lamentable que todo esté controlado por el Gobernador, quien nos mandó a desalojar, peor que si fuéramos unos narcotraficantes”, aseguró doña María del Pilar Ku Cauich. Explicó que ninguna de los organismos impartidores de justicia ha acudido al lugar para investigar.
Redacción/Sol Yucatán

El calvario y drama que viven 15 familias, que en octubre fueron violentamente desalojadas de un terreno del ejido de Chuburná, continua y cada día que pasa se incrementa.

El desalojo y destrucción de sus viviendas que por años construyeron con mucho esfuerzo y sacrificio, ya está repercutiendo en su salud y ni que decir en su economía. Aun así no pierden la esperanza de volver a empezar, como lo hicieron hace 20 años cuando comenzaron a fundar la colonia que hoy se conoce como San Ildefonso o Juan Bautista.

También, como zopilotes, el equipo de Joaquín Díaz Mena, se acercó a ellos para ofrecerles ayuda a cambio de su apoyo, sin embargo, fueron víctimas de engaño.

Es decir, el precandidato de Morena al Gobierno del Estado, sólo hizo leña del árbol caído, lucró con la desgracia de la gente para llevar agua a su molino.

A pesar de la injusticia por parte del aparato de Gobierno, aún creen en la justicia y están confiados de que, como regalo de Navidad, en la audiencia del pasado martes 26 de diciembre el Juez Cuarto de Distrito, les dieran la razón y les regresen la propiedad de cerca de una hectárea.

“Sabemos que estamos luchando con gente poderosa, porque como nos gritaron los policías, son órdenes del Gobernador para desalojarnos, pero tenemos fe de que se hará justicia”, aseguró doña María del Pilar Ku Cauich, durante entrevista con Sol Yucatán.

Doña Mari, como le dicen de cariño, a punto de las lágrimas al ver los escombros de lo que hasta hace unos meses era su hogar, indicó que la están pasando muy mal, pero no pierden la esperanza de que despertaran de esta pesadilla.

La mujer explicó que tras los hechos violentos interpusieron denuncias ante la Fiscalía General del Estado y ante la Comisión Estatal de los Derechos Humanos de Yucatán, sin embargo, hasta ahora no han hecho nada.

“En la Fiscalía, nos dijeron que era muy complicado, porque había gente poderosa detrás, además de que el verdadero problema fue creado por el comisario ejidal de Chuburná, quien revendió la propiedad a empresarios”.

Explicó que ninguna de los organismos impartidores de justicia ha acudido al lugar para investigar.

“Es muy lamentable, que todo esté controlado por el Gobernador, quien nos mandó a desalojar, peor que si fuéramos unos narcotraficantes”, aseguró.

Recordó que el 16 de octubre, día del desalojo, a cinco de sus familiares los detuvieron y golpearon para evitar que defiendan a su familia.

Yahaira Beh, otra de las afectadas, explicó que cada día que pasa se complica su situación, explicó que su hijo es asmático y en su casa que destruyeron tenía lo necesario para cuidar su salud y protegerlo de la humedad.

Indicó que desde el desalojo su hijo ha tenido crisis asmáticas y en la presente temporada invernal se ha enfermado en varias ocasiones.

“Ahora mi hijo está enfermo, ya que el lugar donde vivimos es frío y húmedo, tengo miedo por su salud, responsabilizó al Gobernador de lo que pudiera ocurrir, él nos dejó en la calle”.

Las mujeres, de no ser por los vecinos, vivirían en la calle, ya que de la noche a la mañana se quedaron sin un techo.