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Mérida

Un soldado fiel a la Patría: hijo de campesinos mayas

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Por Francisco Chi Lvadores

MERIDA, YUCATAN, 18 de junio de 2023.- Así considero que fue mi padre, el Capitán II Retirado de Infantería Francisco de Asís Chi Tun (1919 – 2009), quien durante 40 años sirvió a nuestra nación a través de las filas del glorioso Ejército Mexicano en diversas encomiendas que se le asignaron en el territorio nacional las cuales cumplió a cabalidad.

Oriundo de la villa de Hoctún, hijo de campesinos Mayas, desde muy tierno tuvo inclinación hacia el servicio de las armas y en 1941, en plena II Guerra Mundial, ingresó al Instituto Armado en el XXXVI Batallón de Infantería que estaba en el Cuartel de Dragones en el barrio de “La Mejorada” en Mérida.

Allí aprendió los principios básicos de la milicia y a fines de los años 40’s del siglo XX fue trasladado a la CDMX donde quedó bajo las órdenes del Estado Mayor Presidencial y en esta área adquirió más conocimientos en la materia y tuvo oportunidad de conocer al Presidente de la República, Miguel Alemán Valdez.

Por su eficiente desempeño, en 1951 lo cambiaron a la VII Región Militar cuya sede estaba en Irapuato, Guanajuato donde se relacionó con los productores de fresas del Bajío entre los cuales promovió que aprendan a leer y a escribir, pues la gran mayoría de ellos eran analfabetas y eran víctimas de abusos por parte de los “coyotes” que les compraban sus cosechas.

En el tiempo que él estuvo por allá, en 1953 se desbordó el río Balsas y dejó una estela de muerte y destrucción de plantaciones agrícolas y de viviendas ubicadas a lo largo de la ribera y mi papá organizó a las autoridades, rancheros y voluntarios para auxiliar a los damnificados para que éstos reciban asistencia inmediata.

Fue el antecedente remoto de lo que hoy es el Plan DN – III – E que surgió en 1966 para que las fuerzas armadas y cuerpos de socorro acudan a brindar auxilio a la población civil en casos de desastres naturales o de otras contingencias.

Posteriormente en 1956 lo volvieron a traer a Yucatán y en 1960 lo llevaron a Huimanguillo, Tabasco para sumarse a las tropas federales que el Gobierno de la República envió para custodiar los pozos petroleros en la frontera con Guatemala cuando este país amenazó con invadir al nuestro por un conflicto.

Gracias a Dios el problema se resolvió por la vía diplomática y entonces, mi padre regresó a casa en 1961, pero casi enseguida se incorporó al recién creado LXVIII Cuerpo de Infantería de Defensas Rurales con base en Valladolid, que eran campesinos adiestrados con técnicas castrenses para vigilar los montes y selvas y detectar abigeos, traficantes de drogas, indocumentados y tala indebida.

En esa sección militarizada permaneció hasta 1981 cuando se jubiló y en reconocimiento a su lealtad y cuatro décadas de servicio ininterrumpido a nuestra Patria, el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas y Presidente de la República, José López Portillo, le confirió la medalla de la Legión de Honor, que se le otorga a los militares de elite de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA).

Dicha presea la recibió en una ceremonia solemne realizada en las instalaciones de la XXXII Zona Militar en el sur meridano con la asistencia del titular de la dependencia, General de División Diplomado de Estado Mayor (DEM), Félix Galván López en razón de que es la condecoración es la más alta que el Ejército Mexicano concede a sus miembros en retiro.

Don Francisco Chi Tun paso a ocupar su columna en el Eterno Oriente (era masón) el 9 de abril de 2009 en Mérida, Yucatán a los 90 años de edad, dejando un gran legado y ejemplo para las nuevas generaciones de soldados, jefes y oficiales del glorioso Ejército Mexicano.

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