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Ciencia

El Océano Atlántico podría ser absorbido por un anillo de fuego y desaparecer

Este proceso, que implica el deslizamiento de una placa tectónica debajo de otra, podría tener como resultado la unión de los continentes alrededor del Atlántico y modificar significativamente el actual paisaje terrestre

Un reciente estudio advierte que el Océano Atlántico podría eventualmente desaparecer, siendo absorbido por una zona de subducción conocida como el ‘Anillo de Fuego’, similar al existente en el Pacífico. Esta zona, ubicada bajo el Estrecho de Gibraltar, entre España y Marruecos, podría expandirse hacia el oeste y provocar el cierre del océano.

El investigador principal, João Duarte, de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Lisboa, junto a su equipo, utilizaron un modelado por computadora para rastrear el desarrollo de esta zona desde el Oligoceno hasta proyectar su expansión futura, estimando que en unos 20 millones de años, la humanidad podría presenciar una transformación significativa del paisaje atlántico.

El estudio, publicado en la revista Geology, proporcionó evidencia de que la subducción —un fenómeno donde una placa tectónica se desliza debajo de otra— está comenzando en el Atlántico. “Tenemos buenas razones para pensar que el Atlántico está empezando a cerrarse”, explicó el profesor Duarte al Daily Mail.

A medida que el suelo oceánico se hunde en el manto, los continentes se acercan, lo que eventualmente podría hacer que el océano se cierre: “Las zonas de subducción son las que provocan el cierre de los océanos, ya que empujan su suelo oceánico hacia el manto, uniendo los continentes” explicó Duarte.

La zona de subducción debajo del Estrecho de Gibraltar es particularmente interesante debido a su actividad ‘durmiente’, es decir, la velocidad a la que la placa africana se desplaza bajo la placa euroasiática es extremadamente lenta. A pesar de su tamaño actual, relativamente pequeño con unos 200 kilómetros de longitud y más de 560 kilómetros de profundidad, se espera que crezca hasta alcanzar unos 800 kilómetros en el futuro.

Este fenómeno no solo tiene implicaciones geológicas significativas, sino que también plantea un recordatorio sobre el potencial sísmico de la región. La historia ya ha demostrado las consecuencias devastadoras de la actividad sísmica en áreas con zonas de subducción activas. Prueba de ello fue el Terremoto de Lisboa de 1755, con una magnitud estimada de 7,7 que dejó alrededor de 12,000 muertos y la destrucción casi total de la capital portuguesa, de acuerdo con datos del New York Post.

Los modelos de estudio también evidenciaron cómo una zona de subducción que comienza en un océano que se cierra puede migrar hacia un océano que se abre a través de un corredor oceánico estrecho. “La invasión de subducción es probablemente un mecanismo común de inicio de subducción en océanos de tipo Atlántico y un proceso fundamental en la evolución geológica reciente de la Tierra,” señalan los investigadores en su estudio.

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