Opinión
Soy de “Chiapa”: ¿QUIERE COMPRAR UN GRILLO?
Por María Cáceres Menéndez
Para un “Iker” de 1996. Hace 27 años. Y ya estaban aquí.
“¿Quiere comprar un grillo?“, me preguntó, acercándose silenciosamente, y apenas musitando las palabras al tiempo que su mano pequeñísima y sucia asentaba con delicadeza y suavidad, el pequeño, perfecto, insecto de apariencia, alegre y frágil, del que dicen por ahí que trae buena suerte.
Mirar, sorprendida al grillo, al tiempo que volteaba a ver a mi interlocutor fue una; me tomo algunos segundos más darme cuenta que el grillo no era verdadero sino de huano.
Maravillada llame la atención de mi hijo con quien compartía unos minutos de solaz y esparcimiento en uno de los restaurantes adyacentes a la Feria del Libro Universitario, que tomó por sede el Callejón del Congreso, hace pocas semanas.
-? Cuánto cuesta?
-Tres pesos.
-¿Tú los haces?.
-Si
-.Cómo te llamas?
-Daniel.
-¿Cuántos años tienes Daniel?.
-Ocho.
-¿De dónde eres?.
-De “Chiapa“.
-¿Ypor qué viniste a Mérida?.
-Porque hay guerra, vivíamos en San Cristóbal de las Casas.
-¿Conoces al Obispo, a don Samuel?.
-No.
Ojos y cabello largo negrísimos, sonrisa, triste y resignada. Daniel, te compro este grillo pero a condición de que me hagas dos más para que le regale a mi esposo y a mi hijo.
Daniel tomó una barra de guano verde del bolsillo trasero del pantalón y con pericia suave y exquisita fue dando forma al cuerpo más perfecto del grillo que usted pueda imaginar.
Antes de cinco minutos teníamos tres hermosos insectos sobre la mesa y Daniel nos miraba tranquilo y satisfecho; extendió la mano para recibir su paga estipulada y se despidió con una mirada quieta e intensa.
Nos dió la espalda y se alejó con la cabeza erguida y el paso mesurado. Solo le quedaba en el bolsillo material para un grillo más; veinte metros más adelante, dos chiquillos todavía más pequeños e indefensos que él se le acercaron y juntos tomaron rumbo a la Plaza Grande.
La noche aún era joven… Todavía no era hora de descansar… Para ellos solo existe el trabajo; no hay infancia, solo cargas, penurias, prematura responsabilidad.
Daniel tiene ocho años, viene de “Chiapa“ sin “S” como él lo pronuncia, llego hace tiempo por la guerra, hace grillos de guano verde y los vende a tres pesos. Cuando lo veas por algún rumbo de la ciudad, por favor, cómprale uno… Es un artista mexicano y está pasando por gran necesidad.
Merida, Yucatán, abril de 1996
María Isabel Caceres Menéndez