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Opinión

Retrato de Andrés

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   *¡Pobre Claudita!

                            Por Rafael Loret de Mola

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       Ni con las ofensas del mandante el conglomerado manipulado entiende. Hace unos días AMLO se calificó a sí mismo como presidente naco, chairo y enseguida agregó: “soy del pueblo de México”. Con ello, claro, invocaba a favor de los “nacos” la condición de comunidad sumisa incapaz de enfrentar los traspiés de la historia como el del pasado domingo 2 de junio cuando se encendieron las alarmas por la radicalización de los sectores sociales en bandos irreconciliables. La pretendida conciliación nacional vuela en los aires de los buitres que la llevan en sus garras.

       Y eso solo para comenzar. Es indiscutible que el legado de AMLO, quiéranlo o no sus adoradores, será tan funesto que su presunta sucesora -todavía no presidenta electa-, tendrá que remar a contracorriente lo que implicaría romper con su entrometido antecesor quien, desde luego, no quiere abandonar su condición de icono y la ilusión por perpetuarse a través de quien fue su marioneta y hoy aparenta su reverencia para que no haya más trabas -como las designaciones obtusas de su gabinete-, en la transición política que se está convirtiendo, no en la tersa senda de los acuerdos soterrados -digamos como con Peña y López-, sino más bien en un hilo tan delgado que puede romperse. La democracia depende, en buena medida, de la soberbia del mandante en curso. 

       Y no solo eso: la desgracia camina de la mano de Claudia Sheinbaum, obligada a unirse a las reformas que pretenden trastocar las interrelaciones entre los tres poderes de la Unión sobajando al Judicial y a sabiendas de que el Legislativo ya lo devoró el pejelagarto sin el menor problema a través de las tremendas trampas para que los partidos adherentes, el Verde podrido y el PT -como si fuera aquel viejo PUP cuya traducción sobre sus siglas les debo para quienes no las conocen-, tuviera una sobrerrepresentación en sendas Cámaras fuera de todo concepto medianamente democrático. 

       Ya hemos dicho que el fraude comicial no se concentró en las urnas -como algunos suponen equivocadamente- sino se dio desde el momento mismo en que el titular del Ejecutivo irrumpió en la campaña más desigual de nuestra historia catapultándonos al viejo esquema porfiriano que tanto dice rechazar el hipócrita de Tepetitán, siguió con el derroche propagandìstico de los aspirantes de Morena, continuó con la escandalosa manipulación de quienes reciben beneficios por parte del “bienestar” del gobierno, abrevò en las fuentes de la inmoralidad convirtiendo a los inmigrantes en carnes de cañòn, y finalizò modificando los algoritmos de las computadoras recipientes de los votos en el INE. Todo ello, y más ha quedado demostrado con amplitud.

      Pese a ello, no somos ingenuos ni nos hemos abierto las venas. Quedan las denuncias como precedente pero difícilmente modifiquen el desenlace previsto a nivel nacional y en las entidades en donde se impuso el partido presidencial con sed insaciable de poder, conquistando Yucatàn y Veracruz, dos entidades evidentemente opositoras y cansadas de los atropellos. No dudamos que, dentro de muy poco, Claudia Sheinbaum se alce como presidenta electa aun cuando, desde hace semanas, ha dado a conocer su gabinete estructural adelantándose a los tiempos y con la indigna complicidad del mandante en el poder todavía.

       Sin duda, le faltarà tiempo al señor Lòpez para resolver sus entuertos, pero no le sobrarà ni un ápice de la soberbia con la cual ha gobernado de la mano. Por ello, claro, se negó a dialogar con la presidenta de la Suprema Corte alegando que ello era asunto correspondiente para la imberbe secretaria de Gobernaciòn, Luisa Marìa Alcalde, precisamente unas horas después de que la señora en cuestión hiciera sus propias càbalas para asumir la presidencia de Morena, como si tal fuera una suerte de secretaría política al estilo de la malhadada hegemonía priista. Retrocedimos, en este renglón, poco más de medio siglo.

       Y mientras ello ocurre, el mandante saliente no suelta el micròfono, sobre todo para sus epifanías dedicadas a sus cómplices como el muy docto Lord Molècula (Carlos Pozos) a quien brindò el privilegio de su amistad a cambio de recibir, como regalo final del mercenario -jamàs periodista-, su epitafio que deberá terminar con un ¡gracias!, nada menos si bien no puede establecerse si ello será por librarnos del hacedor de la 4T que, al final, prefiere no ser sepultado sino vindicado por una sucesión pactada a su gusto. 

       Nunca había sido tan vergonzosa la salida de un titular del Ejecutivo quien, además, proclama que el primero de septiembre próximo habrá de rendir lo que esperamos sea su último informe -aunque las mañaneras continuaràn hasta el fin de este mes-, en la plenitud del Zòcalo arrendado a la 4T para el relleno sanitario de acarreados de todos los puntos del país como finiquito nostàlgico del mayor predador de la historia. Duele Andrès que hayas perdido la historia porque en èsta los mexicanos resultamos, de verdad, los afrentados, sin remedio posible.

       En fin, conquistado el Congreso, a la mala y como efecto de una sobrerrepresentación mañosa, arrinconado el poder Judicial con la reforma en cierne destinada a convertirlo en rehén eterno de la partidocracia, perseguidos los periodistas críticos, amenazado el clero catòlico ahora censado como advertencia, la parodia de la 4T queda exhibida como el peor modelo conocido dentro de la inmensa gama de episodios de la demagogia infecunda y bastarda. 

        La herencia de AMLO no puede ser terrible; y lo peor es que él cree y apuesta por el contrario a la espera de los monumentos que quieran erigirle desde Mèrida a Tijuana pasando por Palenque, Chiapas, en donde la mayoría de quienes más han sufrido por el auge de la maquinaria de AMLO votaron de manera escandalosamente mayoritaria por el partido que los ha asfixiado.

        México, en fin, tendrá mucho que reponer para hacer desaparecer la imposición solo posible con el basamento del miedo y el dolor.

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