Municipios
CONKAL: DOMINA NARCOMENUDEO
- El miedo ocasiona que las personas se nieguen a denunciar los picaderos y los puntos de venta de clandestino y la policía no puede hacer nada
Guillermo Medina / Sol Yucatán.
El narcomenudeo cada vez es más común en el municipio de Conkal, sin que las autoridades municipales presididas por Hiselle Díaz del Castillo hayan podido frenarlo. Uno de los factores que ha influido en este aumento es el crecimiento de la población y otro, la cercanía con la Ciudad de Mérida. Las sustancias que más demanda tienen son la marihuana y el cristal.
Las drogas sintéticas presentan un gran riesgo para la salud de sus consumidores, pero también son las más solicitadas en la localidad.
Algunos jóvenes quieren ir en contra de las autoridades y en ocasiones se les ha visto fumando en el parque principal o en las calles de Conkal. Cuando son sorprendidos consumiendo en la vía pública se les detiene y se le conduce a la cárcel municipal, donde están detenidos durante unas horas.
Lo que ha sorprendido a algunos oficiales es que algunos jóvenes que son arrestados son menores de edad, por lo que en parte deben darle aviso a los padres para que pasen a recoger a sus hijos a la comandancia. El consumo desde temprana edad es un problema bastante común que se da en los municipios y en las grandes ciudades.
Algunos pobladores mencionan que los uniformados tienen ubicados a los vendedores, pero que no proceden debido a que no tienen una orden para entrar al domicilio y catearlo.
Otro tema que es recurrente en el municipio es la venta de bebidas alcohólicas en clandestinos. Dichos puntos de venta se encuentran distribuidos por todo el pueblo de Conkal, desde el centro hasta las colonias y los fraccionamientos. Las personas buscan la facilidad de conseguir alcohol a diferentes horas del día, aunque sea de una manera ilegal.
Al menos hay tres puntos de venta ilegal de alcohol en el centro de la comunidad. La Policía Municipal Coordinada de Conkal no puede realizar ninguna detención, ya que al no haber pruebas suficientes, un cateo no sería justificado, por lo que deben de esperar a sorprender a los compradores en el acto y así poder entrar en acción.
Los vecinos, a menudo prefieren no denunciar por el miedo a las represalias de los implicados, ya que los conocen desde hace varios años. El miedo es lo que ocasiona que las personas se nieguen a denunciar los picaderos y los puntos de venta de clandestino.