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Opinión

Un gabinete promisorio

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Políticamente Incorrecto
Santiago Alamilla Bazán

El pasado jueves la presidenta electa Claudia Sheinbaum dio a conocer a las primeras seis personas que formarán parte de su gabinete cercano; ya desde semanas antes se estuvieron manejando una gran cantidad de nombres con la correspondiente especulación acostumbrada en estos casos.
El primer nombramiento recayó en Marcelo Ebrard como responsable de la economía nacional, su nombramiento generó una tranquilidad en los sectores financieros que afectan a México, principalmente por su posición conocida de centro izquierda, un funcionario experimentado y bien conocido en los principales países y socios comerciales de nuestro país, que hizo un buen papel como secretario de relaciones exteriores, en especial con un presidente como lo fue Trump, y por lo que su nombre inyectó calma entre los sectores empresariales que estaban nerviosos e incluso provocó que el peso mexicano que había estado en franca caída las semanas posteriores a la jornada electoral, se aprecie unos centavos, pero sin duda el mensaje fue bien recibido por los empresarios y dueños del capital, la posición de Sheinbaum en materia económica será pragmática sin radicalizaciones trasnochadas ni nacionalismos necios, lo que sin lugar a dudas promete un funcionario moderado, que sabe escuchar y que está acostumbrado a tratar con los grupos empresariales. Fue un acierto su nombramiento muy bien recibido.
El segundo anunció recayó en la persona de Rosaura Ruiz Gutiérrez, que será responsable del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencia y Tecnología, pero ascendido a la secretaría de ciencias, humanidades, tecnología e innovación, lo cual ya de entrada resultó muy positivo y esperado de una presidenta que tiene un Doctorado en física, en especial para reconstruir la ciencia nacional después del paso desastroso de la Sra Álvarez Buylla cuya incapacidad y terquedad logró desmantelar un ya de por sí endeble modelo científico mexicano. Durante su gestión, la Sra. Álvarez se confrontó con todos, limitó las becas para maestrías y doctorados, cerró la llave a las instituciones privadas, pretendió meterse en entidades autónomas y tener injerencia en sus procesos internos, dañó al sistema nacional de investigadores, llegó incluso a denunciar penalmente a un grupo de científicos, acuñó la frase de “ciencia neoliberal”, dilapidó recursos en proyectos que resultaron en estruendosos fracasos como lo fueron los ventiladores mecánicos Ehécatl y Gatsbi, ofrecidos como “la nueva industria nacional” pero que fueron un fiasco que costó millones de pesos y hoy están escondidos en algún almacén cubano y los que quedaron en México acumulados en los sótanos de los hospitales. También otro fracaso monumental resultó la vacuna contra el Covid19 “Patria2, supuestamente mexicana, pero que resultó de una patente que un hospital norteamericano obsequió para su libre uso en los países del tercer mundo, esta vacuna era originalmente para pollos y que mediante una conversión se pretendió funcionara para los humanos, incluso el laboratorio elegido para producirla fue uno experto en biológicos para aves. Como todos sabemos esta vacuna fue un fracaso que nunca llegó a ver la luz y forma parte de la fallida gestión tecnológica del presidente López Obrador.
En su mensaje después de su nombramiento, la doctora Ruiz fue muy mesurada en su exposición de lo que engloba el concepto de ciencia para la nueva presidenta, dejando en claro que tanto la sociedad civil, como el sector privado y público son indispensables para un adecuado desarrollo de la ciencia y tecnología nacional, postura que sin duda envía una señal alentadora a los científicos y tecnológos nacionales de que la pesadilla está por terminar y el siguiente sexenio no estará sujeto a ocurrencias ni radicalismos como los que caracterizaron a la administración obradorista, y podrá entonces retomarse el programa y proyectos en ciencias que colaboren para que las capacidades de México aporten a la solución de problemas y situaciones prácticas.
Otro nombramiento que causó buena impresión fue la designación de Juan Ramón de la Fuente, médico cirujano ex rector de la UNAM, con una larga trayectoria en el servicio público, incluso en el ramo diplomático donde hasta el momento es el representante de México ante las Naciones Unidas, fue secretario de salud con Ernesto Zedillo; su trayectoria y formación hicieron que su nombramiento también fuera bien recibido en la comunidad diplomática, con un mensaje claro de que el sexenio que viene retomará la tradición diplomática mexicana, que en el sexenio que termina no fue muy bien coordinada por la personalidad del presidente, y sus continuos dislates que generaron controversias con otras naciones, ya que López Obrador no fue muy consciente de que el presidente de México es también el Jefe del Estado, y sus declaraciones en algunos casos generaron problemas que requirieron de toda la experiencia en su momento de Ebrard y actualmente de Alicia Bárcena.
También fue bien recibida la designación de la actual canciller, precisamente Alicia Bárcena, como la futura secretaria del medio ambiente ya que su amplia trayectoria diplomática y conocimiento de los tratados internacionales será crucial para reorientar la política medioambiental del país que sufrió un grave retroceso en este sexenio, además de que la mayor parte de las disputas internacionales de México se dieron en el tema energético y la cancelación de contratos relacionados con las energías renovables, por lo que aunque pueda parecer extraño que una diplomática ex secretaria de relaciones exteriores se convierta en la secretaria del medioambiente, tiene una muy clara lógica de las intenciones de la presidenta Sheinbaum.
El único nombramiento que aunque esperado, no fue muy bien recibido, fue el de la ex fiscal Ernestina Godoy, mujer cercana y de todas las confianzas de Sheinbaum, pero que su paso por los altos niveles del servicio público no ha resultado del todo positivo, sin embargo será la consejera jurídica de la presidencia de la República, papel no muy público y de impacto más interno hacia las decisiones de la presidenta.
En general, esta primera parte del gabinete genera buenas expectativas de que se priorizará lo técnico y ya dejará de estar vigente aquel 90 por ciento de lealtad y 10 por ciento de capacidad, seguiremos atentos a los nombramientos que vienen.

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