Opinión
SERVILISMO POLÍTICO Y ELITISMO SOCIAL
Por Jorge Franco
Para comenzar, debo reconocer que formulo esta pregunta porque me extraña que Mérida sea una ciudad donde prevalece una constante insuficiencia de recursos públicos para obras y servicios indispensables, frente a una inefable opulencia de inversiones privadas para plazas lujosas, desarrollos exclusivos, monumentos elitistas, etc. Y señalar ante ustedes, también, que considero que esta contradicción es resultado de un proyecto de estratificación urbana de interés mercantil, que se impone por designios elitistas y cálculos especulativos desde el Ayuntamiento de Mérida, para instrumentar dos anquilosadas tendencias tecnocráticas: 1) remarcar la separación espacio territorial existente, y 2) ratificar la diferenciación sociocultural que prevalece.
Contradicciones y desigualdades de Mérida
La capital yucateca no tiene un paisaje cultural cargado de estética arquitectónica, con edificios colosales y sitios emblemáticos que expresen magnificencia económica, sino un panorama construido más segmentado y, peor aún, más estratificado. Mérida se muestra ante nosotros como una urbe contradictoria en aspectos vitales porque, lejos de los desplantes sobre nuevos hitos urbanos en función de las inversiones externas, acaso engendra insólitos ámbitos para legiones de campesinos migrantes, que sirven en la ciudad como ejército de mano de obra barata.
Desde que se procedió al abandono del centro histórico y la urbanización de la periferia emeritense, las añejas desigualdades entre los paisajes urbanos, los servicios públicos y los espacios comunes, han evolucionado por todos los rumbos como impacto residual de la comercialización de bienes y servicios. Al respecto, podríamos hacer multitud de planos urbanos e infinidad de registros poblacionales, que solo nos servirían para evidenciar la dimensión de las contradicciones urbanas que la capital yucateca ha alcanzado en los últimos 25 años.
Se ha visto también que, una vez establecido el predominio del libre comercio como paradigma de la urbanización de Mérida, las tradiciones oligárquicas de control social y las fórmulas tecnocráticas de jerarquización espacial, han sido deficientes para imponer una nueva segmentación de la urbe, es decir otra que corresponda con la estratificación de la sociedad de según los intereses neoliberales. Por esta razón, las intervenciones oficiales en el centro histórico y la periferia emeritense, a pesar de la retórica sobre las ventajas humanísticas del urbanismo moderno, han respaldado al capitalismo inmobiliario, es decir a la tendencia acaparadora de negocios de bienes raíces que ha sido la principal causante de la acentuación de las desigualdades urbanas de Mérida.
No cabe duda que el servilismo político y elitismo social detrás de la nueva segmentación mercantil, han convertido a Mérida en una ciudad plenamente estratificada e inquietantemente contradictoria, donde los testimonios diarios son retratos antropológicos de las principales víctimas de las desigualdades que prevalecen por todos sus rumbos urbanos. Me refiero a aquellos campesinos migrantes que no tienen posibilidades de ser tratados como ciudadanos de la capital yucateca, debido a que no tienen propiedades urbanas ni garantías sociales.
Y en medio de contradicciones y desigualdades, donde prevalecen la discriminación social y una población mayoritaria que vive para la subsistencia, nadie puede asegurar que los sectores periféricos que se han urbanizado de modo exclusivo y preferencial, sean la panacea urbana para hablar de esplendor civilizatorio de la capital yucateca. Acaso los presuntuosos proyectos comerciales y las convenencieras obras púbicas que reclaman, han sido alientos especulativos para una depauperación masiva, que empieza a desbordar las partes de la ciudad que se mantienen bajo las condiciones más deplorables. Arrogancia mercantil y desesperación social se han juntado en Mérida para ser actores clave de las desigualdades y las contradicciones que nos empujan a opinar para la solución de los problemas urbanos.
Debilidades estratégicas del proyecto neoliberal estratificador
Entre las evidencias de las distancias económicas y patrimoniales de los ámbitos públicos y los cada vez más ámbitos privatizados de Mérida, destacan las siguientes: 1) la inexistencia de una paisajización urbana integral, 2) la carencia de una conectividad espacial integrada, y 3) la insuficiencia de integración social urbana a todos los niveles. He aquí las debilidades estratégicas de una estratificación tecnocrática que se impone en la realidad urbana al punto de que no se puede asegurar que la capital yucateca tenga calles, plazas, parques, jardines, monumentos, vías, etc., que funcionen realmente para todos los emeritenses, es decir sin distingos elitistas, clasistas o racistas, para favorecer la vida diaria y la convivencia abierta.
La conclusión es que el proyecto de estratificación de la ciudad de Mérida por la clase política dominante de las empresas oportunistas y los negocios especulativos en Yucatán, no tiene interés en superar la anquilosada desigualdad en beneficio de la integración urbana, la superación social y el liderazgo democrático entre sus habitantes. Solo apuestan sus grupos hegemónicos a la alternancia de sus candidatos partidistas en cargos burocráticos, para utilizar las coberturas municipales y los recursos públicos para alentar más inversiones privadas. En pocas palabras, en ausencia de un proyecto urbano integrador desde la sociedad, sigue imponiéndose el proyecto neoliberal estratificador desde el Ayuntamiento de Mérida, que ahora sirve preferentemente para instrumentar las contradicciones urbanas de acuerdo con los nuevos fines mercantiles.