Espectáculos
“Remembranzas Cubanas” en una noche en que las penas se fueron cantando
MÉRIDA, Yucatán.- El éxito de un espectáculo está, sin duda, en la reacción del público. Y así quedó de manifiesto la noche del jueves, los espectadores que asistieron a “Remembranzas Cubanas, ¡Claro, con Izquierdo!”, respondieron cantando, aplaudiendo y bailando durante el show, salieron del teatro, alegres y eufóricos porque a veces, como dice la canción: “La vida es un carnaval”.
Sí, señoras y señores… La magia se fue dando progresivamente así: “Más del 80% del teatro ‘Armando Manzanero’ empezó cantando, moviéndose en sus butacas y agitando pañuelitos blancos, rojos y azules. Y cuando ya la adrenalina fue demasiada para sus corazones que bombeaban a todo lo que da, se pusieron de pie y bailaron bien sabrosón… Puede ser que la vida sea cruel o desigual -como canta Celia Cruz-, pero anoche las penas se fueron cantando… Y bailando.
En un espectáculo único en su tipo en Mérida, “Remembranzas Cubanas” evocó los extraordinarios espectáculos cubanos de los años 50’s, a puro cabaré, lentejuelas, brillos, danza y canciones. Con más de 20 artistas en escena, el cantante Enrique Claro “El Caballero de la Canción” y el primer bailarín y director artístico Carlos Izquierdo, hicieron mancuerna en este show hecho con mucho amor para llevarnos de viaje en tiempo y espacio por la música de su tierra, ese país-isla cercano a Yucatán con la que tenemos nexos culturales indiscutibles.
No importa cuál fue la ubicación que te tocó en el teatro, apenas arrancó el show y desde donde estuvieras, veías la sonrisa blanca de oreja a oreja de Izquierdo, meneándose gustoso al ritmo de temas como “Te traigo” y “Pegaito”, junto a las bailarinas llenas de lentejuelas, tocados exuberantes y colas de plumas a puro rojo, negro y blanco.
Con una forma apasionada de moverse, sentir la música y cantar, irrumpió en el escenario Rey David con “Castellano y Quimbara”, junto al cuerpo de baile que también nos dejó el ojo cuadrado con sus brillos y colores. Y la maravillosa voz y presencia de Alina Vila cerró el primer bloque con la eterna “Qué manera de quererte”, coreada por el público.
Naranja, verde y al ritmo de maracas arrancó el segundo bloque y llegó al escenario Claro “El caballero de la canción” a cantarle a una Negra Tomasa preciosa, que apareció casi entre el público moviendo su anatomía llena de sensualidad. Fue una de las actuaciones más ovacionadas. Claro siguió con “Me gusta” y cantó a dúo “Corazón rumbero”, junto a Alina.
El esperadísimo bloque de boleros que el mismo Claro describió como “los momentos del amor” en una pareja, desde que conoces a alguien, la pasión, la luna de miel y los altibajos. Con interpretaciones que la gente coreó, “El Caballero de la canción” hizo un recorrido con su voz por temas como: “Cómo fue”, “Comienzo y final de una verde mañana”, “Déjame” y “Se nos rompió el amor”, entre otras, y a dúo con Alina cantó “Quiéreme mucho”.
En un sentido homenaje a México y Yucatán por cobijarlos como comunidad cubana, Enrique Claro únicamente acompañado por la guitarra acústica interpretó “Malagueña” e Izquierdo saltó al escenario convertido en charro y bailó “El son de la negra”. Este tercer bloque lo cerró el Rey David con un atuendo dorado pregonó el “Manicero”, repartió bolsitas y prendiendo a la gente con todo.
Con un vestuario despampanante blanco, amarillo, rojo y azul el escenario recibió la visita de las orishas Obatalá, Oshún, Shangó y Yemayá para mostrarnos con música, baile y canciones esa parte santera de la cultura cubana que trasciende fronteras. Enrique Claro enfundado en el traje de babalao, regaló al público “Y qué tú quieres que te den”.
Como nada es eterno y ante un final inminente, un popurrí de congas y una lluvia de papelitos plateados terminaron de “incendiar” a un público ya prendido, que agitaba pañuelos azules, blancos y rojos, cantaba y bailaba, todo al mismo tiempo. Remembranzas Cubanas había llegado a su fin, pero nos dejó SABOR en mente, cuerpo y corazón, a tal grado que nos hizo salir bailando y cantando del ‘Armando Manzanero’ hasta la calle… Y unas cuadras más… ¡A pura conga y corazones rumberos!