Ciencia
REDES DE PROSTITUCIÓN DIGITAL
*Estas plataformas han tenido gran aceptación entre los jóvenes por los espacios publicitarios que compran en redes sociales alternas como Twitter e Instagram. Es el gancho para que cada día sean más generadores de contenido y suscriptores.
* La venta y compra de packs o denudos es una práctica que se ha extendido como una conducta social que comienza con el intercambio de imágenes de desnudos para convertirse en posibles redes de prostitución digital.
Por Jorge Franco/Sol Yucatán
Las tarifas para poder acceder al contenido de una sola cuenta van desde los cuatro hasta los 50 dólares, todo depende de la persona que genera el contenido. Se paga eso por los packs o desnudos del espacio cibernetico.
La venta y compra de packs o denudos es una práctica que se ha extendido como una conducta social que comienza con el intercambio de imágenes de desnudos para convertirse en posibles redes de prostitución digital.
Durante el confinamiento obligatorio que ocasionó la pandemia por el Covid-19, el consumo de contenido pornográfico aumentó de forma exponencial entre los jóvenes. Continúa así luego de la declaratoria oficial del fin de la pandemia.
De igual forma, la práctica conocida como “sexting” ha sido más recurrente entre las parejas. Ante la falta de contacto físico para evitar sorpresas y desencuentros, ver fotografías y videos a través de dispositivos electrónicos se ha vuelto una práctica común.
Incluso, plataformas digitales con venta de imágenes de desnudos reconocen que han tomado cierta popularidad. Se ofrecen como un modelo de negocios rentable a través de un portal de pornografía amateur que satisface esta necesidad de consumir fotografías y vídeos con gente real.
¿Cómo funcionan?
Estas plataformas están diseñadas para que las personas puedan vender contenido audiovisual, no necesariamente pornográfico, a un grupo de suscriptores que pagan por tener acceso.
Bajo las características de una red social, algunas buscan generar un vínculo entre famosos y fans, disfrazando el contenido real que se sube de pornografía amateur, de prácticas que pueden tener y hacer personas con cuerpos de modelos.
“Se venden como una aplicación como lo dicen, solamente para fans, pero no especifica fans de qué. Tienen como esa estructura, como que se vende, como para contenido exclusivo, pero todos sabemos a qué clase de contenido exclusivo se refiere, pornografía amateur”, explicó un generador de contenido.
Estas plataformas han tenido gran aceptación entre los jóvenes por los espacios publicitarios que compran en redes sociales alternas como Twitter e Instagram. Es el gancho para que cada día sean más generadores de contenido y suscriptores.
De la tarifa mínima, casi un dólar es destinado para la aplicación. La forma de pago debe ser cada mes a través de una tarjeta de débito o crédito. Los generadores de contenido ven reflejadas sus ganancias siete días después de que la plataforma cobra.
Además de los likes y comentarios al perfil de los generadores de contenido, también se puede dejar propina. De ahí que económicamente termina siendo rentable subir contenido cada día. Entre más géneros, más ganancias. Por otra parte, si en 90 días no se sube nada hay una baja automática. En este periodo se congela el canal por el que la cuenta recibía el dinero a modo que las suscripciones se queden en la plataforma.
“Si no te da pena, quieres dinero fácil y estas de ocioso, pues aviéntate, habrá quien compre eso y tengas mínimo 10 dólares en tu tarjeta, o sea, nadie te da 10 dólares por desnudarte”, aseguró el entrevistado.
Sin embargo, a pesar de ser una práctica común entre jóvenes, hay un sector que lo ve como deshonroso. Hay campañas lúdicas a través de memes que demeritan a quienes venden su cuerpo digitalmente.
Yo ya estuve ahí, no es como cualquier cosa, aunque no me crea un problema emocional o algo parecido si tiene su seriedad, pues estás vendiendo tu cuerpo al final de cuentas.
Es trabajo sexual pero muy fresa porque no te enfrentas a la presión que tiene, por ejemplo, una prostituta, la cual debe de dar mordida al policía para poder trabajar, tiene que darle al padrote, enfrentarse a hombres violentos, exponerse a enfermedades”, finalizó.
¿Por qué abrió una cuenta?
Un hombre de entre 20 y 25 años de edad relató su experiencia. Vende imágenes de su cuerpo a través de plataformas. Todo empezó como de juego, como algo lúdico, con un toque de perversión, recordó.
De pequeño ingresaba a páginas de modelos de Twitter. Ahí veían invitaciones para suscribirse a estos sitios. No alcanzaba a comprender y le generaba dudas.
“Cuando crecí, me volví a encontrar con eso, y luego viene esta onda de popularizar ese tipo de cosas por memes, por burlas de: ¡ay! No me va bien en la Uni, me voy a meter a…”.
Ciertas páginas con contenido de desnudos comenzaron a tener gran aceptación en México a partir de que los instagramers y modelos abrieron sus cuentas. Generó curiosidad entre sus seguidores.
Más que por curiosidad, fue por morbo cuando abrió una cuenta. Quería comprobar si había gente que pagaría por ver su cuerpo. Gran sorpresa se llevó al conformar un grupo de cuentas que lo seguían constantemente.
Empecé a acariciar la idea, y dije, puede que sea un día de estos. Hasta que por fin explotó lo del Covid-19.
Cuando inició la pandemia perdió su trabajo en una tienda de diseño. Tenía sus ahorros, pero esta actividad significaba algo extra, para los gastos del súper e imprevistos.
“En la cuarentena me quedé sin trabajo los primeros tres meses, tenía un ahorradito, pero en la desesperación, dije ‘¿qué voy a hacer?’. Empezó como una broma, pero en serio, como cuando dices chicle y pega y si no pega no me agüito”, confesó.
Todo comenzó en marzo. El primer día, para su sorpresa, se suscribieron tres personas. En los últimos días de ese mes alcanzó 11 suscriptores. Para empezar, subió fotos en ropa interior o dejando ver la forma de la silueta de sus genitales. Ya para abril, dio un giro a su contenido, ante la exigencia de los comparadores.
“La gente me empezó a escribir, oye por qué no subes contenido hot, porqué no estás subiendo ya cosas reales, entonces yo me agarré y dije: no inventes, van a quererme ver ahora si en serio, pues yo en realidad quería timarlos y que se conformaran con ese tipo de contenidos”.
Por la presión social y el generar más dinero tuvo que acceder. Fue entonces cuando compartió contenido más explícito, cayendo en la línea delgada de la pornografía amateur.
¿Es buen modelo de negocio?
Ya para septiembre tenía 38 seguidores. Sus fans pagaban cuatro dólares al mes y en algunos casos hasta más. En poco tiempo logró juntar más de siete mil pesos, los cuales le ayudaron a solventar sus gastos. La inversión fue mínima.
Bastó un celular con cámara, buena iluminación y un tripié. Ahora considera que sí puede ser un modelo de negocios rentable.
“Si realmente estás comprometido a hacerlo, o sea que digas va, ya fuera de tabúes, ya sin hablar de que si está bien o mal, si me desnudo, si mi familia, si a esto te vas a dedicar, sin que sea tu principal fuente de empleo, yo creo que sí es un buen modelo.
Técnicamente estás ganando dinero por fotos que bien podrías mandarle a desconocidos en internet en un rato de calentura y que se quedan ahí en el olvido”, aseguró.
¿Existen riesgos?
Hace más de un mes hizo una baja temporal de su cuenta por los horarios escolares. Ante el riesgo de filtración de imágenes, manejaba un protocolo: tomas en un fondo neutro, sin pulseras, relojes o prendas particulares, sin mostrar señales particulares como cicatrices, lunares, y por supuesto, el rostro.
Aunado a esto sólo subía fotografías de sus genitales en primer plano. Era ofrecer lo que querían ver los suscriptores sin saber si era él o no. Pero las cosas se salieron de control.
Doble vía
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Hace unas semanas, un amigo le dijo: “Oye estoy en un foro que es exclusivo para filtrar nudes (packs) de personas famosas y están pidiendo tus fotos, alguien de México”, contó con cierto temor.
Se trataba de una liga web de Estados Unidos, un sitio popular para intercambiar contenido pornográfico amateur. Eso encendió los focos rojos. Las imágenes de desnudos que pidieron de la página donde subía contenido daban como referencia sus cuentas personales de Instagram y Twitter.
Más aún, no supo cómo reaccionar cuando percibió el tono de quien las solicitó. Era un mensaje de odio. Se referían a su persona como si lo conocieran y además, que no les caía bien.
Días después comprobó que una cuenta falsa en Twitter compartió sus fotos sin pagar a la plataforma donde subía sus imágenes. Decidió retirarse por su seguridad física. Se dio cuenta que no le convenía formar parte de esta red.
Sobre el riesgo de compartir contenido pornográfico en cuentas públicas sin pago, las plataformas pueden sancionar si hay capturas de pantalla o descargas de contenido pero desconoce el sustento legal para salvaguardar la integridad física de los generadores de contenido.