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LAS MUJERES MAYAS RESCATARON UXMAL: LAS ANCESTRAS

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*Las mujeres de San Simón del municipio de Santa Elena en Yucatán, restauraron el pasado de los mayas.

De complexión delgada, morena, la cara marcada con las arrugas de la experiencia y los ojos redondos y sonrientes, así reconocí a Sebastiana Cauich. Se encontraba de pie junto a un árbol, se veía pequeña en comparación a las raíces y el tronco que pasaba los 10 metros de altura. Era mediodía, en el parque principal de la comisaría de San Simón del municipio de Santa Elena.

Desde la ciudad de Mérida a la localidad, hay más de 100 kilómetros de distancia. El viaje en auto es de una hora y media aproximadamente, podría ser más tiempo. Es una puerta al pasado. En el lugar, aún se conserva la lengua maya y el casco de la hacienda henequenera.  La mujer no habla español y con mucho orgullo, sus amigas la presentaron como una de “las primeras restauradoras de Uxmal”.

Sebastiana sonrió y con algo de pena relató que ingresó por primera vez a la zona arqueológica de Uxmal hace más de 30 años. Su tarea fue chapear las plantas sobre las piedras: descubrir las ruinas mayas.

En la traducción nos ayudó Wendi, una de las más jóvenes del equipo de trabajo.

“El primer trabajo que realicé fue limpiar las piedras, allá es donde estaban los murciélagos. Sacamos pilas de basura, deshierbamos. Era puro monte y yo era joven”, recordó entre risas.

En esta ocasión, trabajó en la restauración de Uxmal, dentro del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (PROMEZA), que es parte del proyecto del Tren Maya.

Uxmal empodera a las mujeres mayas

Nancy Ceh es una de las mujeres más jóvenes del grupo. La comunidad en la que vive está muy cerca de la zona arqueológica de Uxmal, pero nunca había puesto un pie en las ruinas maya. Pensó que era exclusivamente para personas extranjeras.

“Yo no lo conocía. Mis abuelas me lo platicaron. Decían que estaba bonito. Ellas trabajaron antes ahí, una me decía que un día lo conocería. Yo pensaba que era solo para gringos”, reconoció con pena.

Al igual que Sebastiana, la joven se encontraba en las raíces del árbol. Vestía un huipil y unas sandalias. Entre risas y con visible vergüenza, se animó a platicar del trabajo que realizó para rescatar el pasado de las y los ancestros mayas.

La tarea que se le asignó fue lavar la cerámica que hallaban y marcarla. Y en algunas ocasiones le tocó chapear -deshierbar- el terreno.

En esta ocasión, la participación de las mujeres mayas de San Simón se debe al Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (PROMEZA), que es parte del proyecto del Tren Maya.

Lograron acercar a un grupo de mujeres para que se reconecten con su pasado.

Está la historia de Wendi Caamal, quien tampoco conocía Uxmal. Estudió hasta la secundaria y se vio obligada a salir de San Simón para encontrar trabajo. Por años se dedicó a cuidar a tres menores en el municipio de Ticul. Regresó a casa porque le dieron la oportunidad de trabajar en la restauración de las ruinas mayas.

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