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Paulino, la caída del gran proxeneta…
Por Noé Zavaleta
Se presentaba como “Paulino, el cubano”, aunque las autoridades mexicanas y de Interpol, aseguran que Paulino Fernández Viamonte tiene las nacionalidades colombiana y mexicana. El gran proxeneta de Yucatán cayó la semana pasada en Medellín, en el departamento de Antioquia en Colombia.
En Mérida, Yucatán -una de las ciudades más seguras del país, cómo presume su aún gobernador, el panista, Mauricio Vila-, Paulino Fernández “operaba” a sus anchas como proxeneta y dueño de los centros nocturnos, Bandidas Cabaret, Prime y Tropicana, auxiliado seguramente por autoridades policiacas y de procuración de justicia locales.
A la redacción de Sol Yucatán y de Sol Quintana Roo llegaron varías quejas a principios de año de cómo operaba “Paulino, el cubano”, a través de sus empleados en las provincias de Colombia -Antioquia, Valle del Cauca, La Guajira, entre otros- enganchaban a mujeres para traerlas al sureste mexicano a ser explotadas en Mérida sí, pero también en Cholul, Kanasín; y en Quintana Roo en Cancún y Playa del Carmen.
El esquema de operar de Paulino era fácil: Prometer jugosos salarios para trabajar única y exclusivamente como damas de compañía y edecanes en bares de las ciudades más cosmopolitas y turísticas del sur de México.
Tocando tierras mexicanas, el esquema cambiaba: Sus pasaportes y actas de nacimiento eran retenidas, y únicamente podían ser intercambiadas y liberadas, sí las mujeres que habían sido traídas a México bajo engaños, pagaban 8 mil dólares americanos o 150 mil pesos mexicanos. Lo que ocurriese primero.
Varías de estas mujeres colombianas tenían que trabajar bajo esquemas de explotación sexual para poder obtener y pagar su “libertad” o de lo contrario, eran obligadas a vivir en casas de seguridad de la capital yucateca o del epicentro turístico del caribe mexicano.
Desde el 5 de febrero de este año, Sol Yucatán y su corresponsal internacional, Diana López Zuleta habían advertido que Yucatán, era epicentro de la explotación sexual en México y ahí ya “figuraba” el nombre de Paulino Fernández Viamonte, más aún, señalaba donde “operaba” y cuales eran sus esquemas de explotación, en ese entonces las autoridades locales, de seguridad y de procuración de justicia hicieron “mutis”.
De atrás tiempo se sabe, qué México es el principal destino de las colombianas. Debido a la alta demanda de los carteles criminales, hay jóvenes mujeres que son engañadas e instituciones endebles que registran altos índices de impunidad.
En uno de los testimonios a los que tuvo acceso Sol Yucatán, se relataba como Margarita escapó de su centro de trabajo en Mérida, Yucatán, el ‘Table Dance’ conocido como “Bandidas Cabaret”, en donde ella y otra veintena de jóvenes formaron parte de un negocio muy lucrativo en donde están involucrados jueces del Poder Judicial del Estado, empresarios que funge como prestanombres y hasta integrantes del crimen organizado.
Margarita (su nombre real fue cambiado por cuestiones de seguridad) fue entrevistada en Playa del Carmen, uno de los balnearios más boyantes de la Riviera Maya. Aquí permanece escondida mientras su madre vuela de Bogotá a Ciudad de México y luego a Cancún para llevarle a su hijo menor de apenas cinco años; intenta rehacer su vida, luego de haber sido víctima de trata en el sureste mexicano.
Una aventura que, debido a los aceitados esquemas de corrupción en México, parece complicada de realizar, pero que ella intentará de la mano de su pareja, un joven mexicano con quien busca iniciar una nueva vida lejos del “Bandidas Cabaret”.
Margarita llegó engañada de Sudamérica al caribe mexicano. Los dos primeros días la trataron bien, viajó en camionetas de lujo. Apenas llegó a su sitio de trabajo en Kanasin -un municipio ubicado junto a Mérida, Yucatán-, se enteró de que su pasaporte sería “decomisado” por quienes le ofrecieron trabajo y que para regresárselo tendría que “compensar” con 150 mil pesos (8 mil, 700 dólares aproximadamente), producto de sus “comisiones”.
“Éramos explotadas… hay que decirlo así. Recién llegué hace un año y quería trabajar y trabajar, y poder pagar mi salida. Juntar platica (dinero) para poder traerme a mi niño. Un día gané 29 mil pesos por comisiones de copas (cada copa de dama vale 280 pesos -16 dólares americanos). Al ir a recoger mi dinero solo me dieron mil pesos, que lo demás se quedaba en abono para pasaporte, pero me sacaron un desglosado de alimentos, renta, hospedaje e intereses, a donde nos tenían a mí y a varias chicas viviendo. Ahí mismo en Kanasin”, cuenta.
Margarita relataba que Paulino, era el encargado de “leerles las reglas del juego”. Ellas, un familiar, algún enamorado o algún cliente que conocieran en el club nudista tendrían que pagar los 150 mil pesos, si querían recuperar su pasaporte y continuar en México “sin ser molestadas” o “perseguidas”.
La joven colombiana, piel morena clara, de apenas 25 años, asegura que, aunque algunas de sus compañeras de trabajo intentaron denunciar ante la policía e incluso en migración la “retención ilegal” de su pasaporte, ninguna autoridad en Yucatán tomó cartas en el asunto.
Fue hasta ahora, que tras la intervención de Interpol y de autoridades colombianas, en donde la Fiscalía General de la República y el Gobierno Federal Mexicano tuvieron que intervenir.