Sin categoría
NARCO-PENÍNSULA
*Cartel de Sinaloa convirtió a la Península de Yucatán en la región más importante para sus negocios y ahora es el gran bastión para el trasiego de cocaína procedente de Sudamérica y del fentanilo que llega del gran coloso asiático, China, alerta la DEA, FBI y ICE
* Los servicios de inteligencia estadunidenses han identificado en la Península a miembros del crimen organizado como China, Taiwán, Rusia, Irlanda y África. El FBI ha reportado en Washington que la mafia europea, la asiática y africana, se perfilan también para controlar a las policías locales y estatales
*El narcotráfico transnacional llegó a la Península para quedarse. La mezcla del negocio del turismo internacional como puje económico en Quintana Roo, Yucatán y en menor medida en Campeche y con la narco corrupción permite que el trasiego internacional de cocaína, precursores químicos y fentanilo sea el motor que mueve la violencia que azota a Cancún
Jesús Esquivel/Grupo Sol Corporativo
Primero fue el Buró Federal de Investigaciones (FBI), luego, el de Inmigración y Aduanas (ICE) y posteriormente la Administración Federal Antidrogas (DEA), las entidades del gobierno de Estados Unidos que en 2009 lanzaron la primera alerta al entonces presidente de México, Felipe Calderón: Los narcotraficantes de Sinaloa están invadiendo la península de Yucatán.
El exmandatario no hizo caso y ese grosso error hoy se traduce en que esa región es el gran bastión para el trasiego de cocaína procedente de Sudamérica y del fentanilo que llega del gran coloso asiático, China.
Han pasado 14 años desde aquel informe entregado por los agentes estadunidenses directamente a Genaro García Luna como Secretario de Seguridad Pública de Calderón y, en la actualidad varias de las ciudades peninsulares como Cancún y Mérida son la brújula para la logística del trasiego de drogas que ha permeado exponencialmente.
Las diferentes fracciones que integraron al Cártel de Sinaloa o la Federación, la de Ismael “El Mayo” Zambada García, Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, Juan José Esparragoza Moreno “El Azul”, los hermanos Beltrán Leyva, los Arellano Félix, los Carrillo Fuentes y Nacho Coronel, enviaron a sus mejores personeros para edificar, primero en Cancún y luego en otros puntos estratégicos de la península yucateca como Chetumal y Mahahual, la infraestructura de sus operaciones para la llegada de cocaína procedente de Colombia, Ecuador, Bolivia y Perú.
La casi década y media que ha pasado desde ese lejano 2009 se fue afinando con un esmeril de corrupción gubernamental que en estos momentos y de acuerdo con el último informe del combate bilateral al fentanilo y otras drogas ilícitas entre Estados Unidos y México, convirtió a la Península de Yucatán en la región más importante para los negocios del Cártel de Sinaloa ahora diseminado en otras fracciones. Y lo mismo es para el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) y narcotraficantes independientes, entre ellos La Nueva Familia Michoacana y lo que queda del Cártel del Golfo, entre otros.
El control de los aeropuertos, puertos marítimos y carreteras de la Península por parte de los grupos del crimen organizado mexicano no es la principal preocupación de la DEA, FBI e ICE. La ensalada del narcotráfico nacional desde hace unos 5 años cuando explotó en Estados Unidos la demanda y consumo de drogas sintéticas elaboradas con fentanilo, se ha visto aderezada con miembros del crimen organizado de China, Taiwán, Rusia, Irlanda y África.
Los servicios de inteligencia estadunidenses han identificado a esas células extranjeras en la Península, operando en colaboración directa con sus anfitriones mexicanos. Son los eslabones perdidos en la cadena de recepción de precursores químicos de China y de fentanilo puro, además de controlar el movimiento de cocaína. El FBI ha reportado en Washington que la mafia europea y en menor magnitud hasta la asiática y africana, se perfilan también para controlar a las policías locales y estatales bajo la repartición de dólares estadunidenses y de euros.
El trampolín del éxito y expansión del trasiego de drogas, narco corrupción gubernamental y policial para los cárteles mexicanos fueron los elementos remanentes de la desaparecida Policía Federal que ya trabajaba para el Cártel de Sinaloa. Estos fueron incorporados a la Guardia Nacional desplegada en la Península de Yucatán.
La mezcla del negocio del turismo internacional como puje económico en Quintana Roo, Yucatán y en menor medida en Campeche y con la narco corrupción permite que el trasiego internacional de cocaína, precursores químicos y fentanilo sea el motor que mueve la violencia que azota a Cancún y sus alrededores, por citar un ejemplo obvio.
Ya toma relevancia un hecho que ha sido opacado por la constante mención de la demanda, consumo y tráfico del fentanilo y las drogas sintéticas manufacturadas con pizcas de esa substancia letal, que la cocaína está resurgiendo en las exigencias de los drogadictos estadunidenses y europeos.
El viejo continente es hoy el mercado de consumo de cocaína más lucrativo para los cárteles porque cobran en euros el kilo del alcaloide.
En las calles de pueblos y ciudades de Estados Unidos las ‘bolas tontas’ rebotan en varias de las muertes provocadas por sobredosis. Las bolas tontas (gofballs, como se les conoce en inglés) es el nuevo estupefaciente de moda en Los Ángeles, Nueva York, Chicago, Washington, D.C., Atlanta, San Francisco, Seattle y muchas, muchas otras ciudades más. Esta droga es altamente adictiva y peligrosa porque está manufacturada con fentanilo y cocaína.
En México este hecho pasa desapercibido por las autoridades federales para entender por qué la Península de Yucatán está plagada de narcos y drogas. Para las autoridades de seguridad del gobierno de Andrés Manuel López Obrador los principales puertos de arribo para la cocaína, fentanilo y precursores químicos siguen siendo los puertos de Manzanillo y Lázaro Cárdenas. La narco corrupción se mantiene como velo sobre los ojos del gobierno federal. Entender que la creatividad de los vendedores de drogas en Estados Unidos con las bolas tontas puede ser el trasfondo de la violencia que plaga a México y, en específico a ciertas regiones del país, significaría catalizar de mejor medida que mientras usan como chivo expiatorio a China, la producción de cocaína sudamericana prolifera como los homicidios en Cancún y sus alrededores y son resultado de las disputas entre los narcotraficantes por el control de la mayoría de las plazas peninsulares.
Expurgar a los mandos policiales por corrupción debería ser la prioridad de los gobiernos estatales y del federal, para luego seguir con los malos elementos de la Guardia Nacional que les heredo García Luna.
No existe un solo capo mexicano de buen nivel que no tenga operadores de confianza en la región paradisiaca del sureste mexicano.
En medios locales se han aventurado nombres y apellidos de capos que controlan las plazas. No se puede manejar una plaza sin la colaboración de las autoridades. Esta es la conclusión que en cada informe de inteligencia que elaboran las agencias de Estados Unidos se machaca en el intercambio de información con las autoridades federales mexicanas y mandos de la Guardia Nacional que hacen caso omiso de esa llamada de atención y alerta.
Limpiar la región es una tarea gigantesca, el narcotráfico transnacional llegó a la península para quedarse. Arrancarlo de raíz no es, pero sí suena imposible porque no existe la voluntad gubernamental, ya que se les acabaría la ordeña a granel de dólares y euros. Todos ganan con la inanidad. La península está invadida de sinaloenses, punto.
Ismael “El Mayo “Zambada” García.
Joaquín “Chapo” Guzmán Loera.
Juan José Esparragoza Moreno, “El Azul”.
Arturo Beltrán Leyva.
Alfredo Beltrán Leyva, “El Mochomo”.
Benjamín Arellano Félix.
Francisco Javier Arellano Félix.
Amado Carrillo Fuentes, “El Señor de los Cielos”.
Vicente Carrillo Fuentes.
Ignacio “Nacho” Coronel Villarreal.