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MORELOS: EL CRIMEN, IMPUNE
Columna de Ricardo Ravelo
En las campañas políticas que desarrollan en esta entidad los candidatos de MORENA y de la coalición Vamos por México –representadas por las candidatas Lucy Meza y Margarita González Saravia–, el tema que más destaca es el de la seguridad pública.
La primera dice una de las frases más recurrentes: “De la seguridad me encargo yo”; la segunda afirma: “Yo devolveré la paz a Morelos”.
Lo cierto es que, además de la corrupción, el flagelo del crimen organizado ha sumido en la tragedia al estado donde nació el revolucionario Emiliano Zapata y al actual gobernador, el exfutbolista Cuauhtémoc Blanco, quien ha sido acusado, incluso, de brindar protección al crimen organizado.
GUERRA SIN TREGUA
La guerra entre cuatro grupos criminales –Sinaloa, Cártel de Jalisco, Guerreros Unidos y Los Rojos– mantienen al estado de Morelos sumido en una crisis de seguridad sin precedentes. Todos los días hay levantones, asesinatos y balaceras. La policía es señalada de ser cómplice de los criminales. Las presuntas ligas y complicidades, de acuerdo con datos consultados, llegan hasta la cúpula del poder: la gubernatura del estado, donde despacha el gobernador Cuauhtémoc Blanco.
En Morelos, todo huele a pólvora. Tanto de día como de noche, las balaceras se presentan en la vía pública. Y no sólo eso. También en bares, cantinas, centros nocturnos y hasta en los estacionamientos de las plazas comerciales el crimen organizado ajusta cuentas con sus rivales.
El 2 de octubre de 2023, en la ciudad de Cuernavaca, fue ejecutado Moisés Brito, mejor conocido en el mundo del hampa como “El Bandam”, a quien las autoridades, tanto de Morelos como de Guerrero, identificaron como jefe de sicarios del grupo delictivo “Guerreros Unidos”.
De igual forma, las autoridades pudieron confirmar que se trata del mismo personaje que estaría implicado en la desaparición de los 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa desaparecidos en septiembre de 2014 por el crimen organizado. Por esos hechos, Brito tenía orden de aprehensión.
La ejecución del sicario ocurrió en el estacionamiento de una tienda de conveniencia localizada en la avenida Diana, muy cerca de la autopista Cuernavaca-México. “El Bandam”, según la recapitulación que hicieron las autoridades, arribó al lugar acompañado de una mujer.
Ahí se encontraron con otras personas y una de ellas sacó una pistola y le disparó a “El Bandam” y su acompañante, quien quedó gravemente herida y fue llevada a un hospital cercano, donde falleció. El cuerpo del jefe de sicarios de “Guerreros Unidos” quedó tirado en el lugar de los hechos y fue levantado por las autoridades forenses.
De inmediato, hubo intercambio de información entre las fiscalías de Guerrero y Morelos para cruzar información. Uriel Carmona Gándara, Fiscal General de Morelos, quien acudió a la escena del crimen, dijo que el hombre asesinado –Moisés Brito, “El Bandam”– tenía una orden de aprehensión por que se le vinculó con la desaparición y muerte de los estudiantes de Ayotzinapa.
Al revisar lo ocurrido, dijo que “El Balam” murió como consecuencia de un ataque directo con pistola 0.9 milímetros; expuso que no se sabía si había sido un asalto o una ejecución, pero expuso que esta segunda hipótesis sería sobre la que trabajaría la Fiscalía a su cargo. Para corroborar lo ocurrido, la dependencia procedería a revisar los videos captados por el Centro de Coordinación, Comando, Control, Comunicación y Cómputo (C-5).
Por otra parte, a través de un comunicado de prensa, el gobierno de Morelos que encabeza Cuauhtémoc Blanco dijo que, al filo de las 22:00 horas, el C-5 recibió un reporte de un tiroteo en una plaza comercial ubicada sobre la avenida Diana de la colonia Las Delicias.
El cártel “Guerreros Unidos” y “Los Rojos” están enfrentados por el control de la plaza de Morelos. A esta guerra se ha sumado el Cártel Jalisco Nueva Generación y una célula del grupo Sinaloa.
EL CRIMINALES PROTEGIDOS
La guerra entre los cárteles “Los Rojos, “Guerreros Unidos” y el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) mantienen a Morelos sumido en una crisis de violencia que ha trastocado la gobernabilidad del estado que gobierna el exfutbolista Cuauhtémoc Blanco.
Tanto de día como de noche, en Morelos se suscitan balaceras y masacres; el comercio de drogas está imparable y, por si fuera poco, los grupos criminales ajustan sus cuentas pendientes en todas partes. Además, cobran el llamado “derecho de piso”, secuestran, “levantan” a personas que, después, son asesinadas y enterradas en fosas clandestinas, a pesar de que los familiares pagan el costo del rescate. La mafia no tiene límites en la tierra de Zapata.
El estado de Morelos, gobernado por el exfutbolista Cuauhtémoc Blanco, está convertido en un campo de batalla del crimen organizado.
La violencia que se enfrenta en esa entidad se debe, de acuerdo con las autoridades locales y federales, a la lucha que enfrentan las bandas criminales, las cuales están disputándose el control territorial.
Morelos se quedó sin control por parte del crimen organizado tras la captura, en el 2019, de Santiago Mazari, “El Carrete”, jefe del cártel de “Los Rojos”, quien operó el narcotráfico protegido por el anterior gobierno, el que encabezó Graco Ramírez y quien entregó malas cuentas a su sucesor.
Mazari controlaba todo Morelos y buena parte de Guerrero, este, territorio de “Guerreros Unidos” y “los Ardillos”, dos de los más temibles cárteles generadores de violencia en el país.
La última semana fue trágica y sangrienta en Morelos. La sacudida fue terrible. Por ejemplo, en abril de 2023, Morelos registró 30 ejecuciones. Uno de los casos más escandalosos fue la de tres médicos, tres menores de edad, una mujer y un agente estatal.
No fue todo: dos víctimas de esta violencia sin control fueron descuartizadas por sus asesinos.
De las muertes registradas, el caso que más llamó la atención fue la muerte de tres galenos cuando fueron asesinados a balazos por un comando armado que supuestamente los atacó para robarles un vehículo Mercedes Benz, así como otras pertenencias.
La triple ejecución ocurrió en la colonia La Presa, en el poblado de Tilzapotla, municipio de Puente de Ixtla, donde, según las autoridades, los médicos se detuvieron a consumir bebidas alcohólicas.
Los médicos no portaban batas ni ningún tipo de identificación que indicara su profesión. Dos de ellos, de acuerdo con los informes oficiales, laboraban en el Instituto Mexicano del Seguro Social, mientras que el tercero ejercía de manera privada.
Y hay más: la tarde del lunes pasado, cuatro jóvenes, entre otros tres menores de edad, fueron asesinados. Los hechos ocurrieron en la calle Benito Juárez, en el conocido barrio de San Juanito, en la demarcación de Yautepec.
Los muertos fueron Saúl (18 años), Jerson (17), Alan (17) y Fernando (16). Ellos se encontraban dentro de un vehículo, usado habitualmente para acudir a un tianguis en la colonia La Joya, donde venden ropa. Los atacantes huyeron en una camioneta color negro y una motocicleta verde.
Ese mismo día, en el municipio de Xochitepec, dos hermanos fueron asesinados a balazos a las afueras de una papelería ubicada en las calles Llamaradas y Capa de Oro, en la colonia Unidad Morelos.
Ahí los jóvenes Omar y Carlos Alfredo Lagunas Reyes, de 22 y 25 años, respectivamente, fueron ejecutados por impacto de bala, según dio cuenta un parte policiaco.
La violencia continuó: tres hombres fueron ejecutados con arma de fuego. Sus cuerpos fueron hallados en la carretera Cuernavaca-Taxco, a la altura de la colonia Centro, en el poblado Huajintlán, municipio de Amacuzac, la tierra y otrora centro de operaciones de “El Carrete”.
La tarde del pasado miércoles, los cuerpos de dos hombres fueron descuartizados y abandonados en bolsas de plástico color negro. Junto a los despojos, los criminales dejaron un mensaje escrito en dos cartulinas. Esto permite inferir que se trató de una venganza, un ajuste de cuentas entre grupos del crimen organizado.
El primer cuerpo desmembrado apareció alrededor de las 17:30 horas en Cuernavaca, mientras que casi a la misma hora los restos de otra persona aparecieron en el municipio de Jiutepec.
De igual forma, el cuerpo de otro hombre asesinado apareció en La Misión, municipio de Emiliano Zapata; adicionalmente, un joven de 23 años en Tenextepango, Ayala, fue acribillado. Además, otro cuerpo con vendas en la cabeza fue hallado en Cocoyotla, en Coatlán del Río. El jueves, otro hombre fue encontrado en Emiliano Zapata, mientras que, en Puente de Ixtla, un joven de 23 años fue ejecutado.
Otro caso fue el de una persona del sexo masculino que fue hallado muerta. Tenía las manos atadas, signo de que antes de morir fue torturada por sus victimarios.
Por otra parte, también fue asesinado a balazos un hombre de 68 años. El crimen ocurrió en la colonia Bosque de Cuernavaca. Y en Axochiapan ocurrió otro crimen. El cuerpo de la víctima, según las autoridades, fue arrojado a un pozo.
La violencia no tiene tregua: una joven de 25 años, junto con su padre de 65, fueron atacados a balazos en la colonia Tepeyac de Cuautla el pasado lunes 15. De acuerdo con las autoridades de Morelos, el hombre falleció en el sitio del ataque; la mujer murió en un hospital, horas después.
LOS CÁRTELES EN GUERRA
El estado de Morelos es una de las entidades que, desde hace décadas, es asidero del crimen organizado. El estado es clave en la ruta del Pacífico, la que conecta con Guerrero y Michoacán y que permite el abastecimiento de droga en la Ciudad de México: la droga llega a Morelos y luego ingresa en la capital del país por el municipio de Xochimilco.
En la década de los ochenta y noventa, Morelos estuvo bajo el dominio de los cárteles de Guadalajara y de Juárez, entonces encabezados por Miguel Ángel Félix Gallardo y Pablo Acosta Villarreal, respectivamente.
Tiempo después, Pablo Acosta se suicidó cuando Guillermo González Calderoni, el policía del salinato, pretendió detenerlo. Félix Gallardo, por su parte, fue detenido en 1989. Fue el segundo golpe espectacular de Carlos Salinas. Antes había capturado a Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”, el líder petrolero.
Así, el camino quedó abierto en Morelos y en la ruta del Pacífico para Rafael Aguilar Guajardo, quien asumió el control del cártel de Juárez hasta 1993, pues, en abril de ese año, fue asesinado en Cancún, Quintana Roo, cuando iba a abordar un yate que lo llevaría a la isla de Cozumel. Tras su muerte, Amado Carrillo asumió el liderazgo del cártel y tomó el control de Morelos.
Se afirma, en el expediente conocido como “El Maxiproceso”, integrado contra el cártel de Juárez, que días antes de la muerte de Aguilar Guajardo –protegido de Fernando Gutiérrez Barrios– Amado y su jefe tuvieron una discusión en Ciudad Juárez, Chihuahua. Aguilar habría cacheteado a Carrillo Fuentes y este se habría vengado ordenando su ejecución. Esta historia no ha sido desmentida.
No sólo el estado le sirvió como plaza: también optó por quedarse a vivir en ese territorio, en el municipio de Tetecala, donde adquirió una finca cuya característica es una enorme barda, de unos cinco metros de altura, que convirtió aquella fastuosa mansión en una verdadera fortaleza. Un búnker, pues.
En la hacienda o finca Tetecala se ahogó una hija de Amado Carrillo –Amada Carrillo–, quien cayó en una de las albercas que había en ese lugar.
Con Amado Carrillo llegaron a Morelos personajes de la plana mayor del Cártel de Juárez: Juan José Esparragoza Moreno, “El Azul”, Ignacio “Nacho” Coronel, Ismael “Mayo” Zambada y los hermanos Beltrán Leyva. Arturo Beltrán vivía en una zona residencial de Cuernavaca. Ahí murió en un tiroteo con efectivos de la marina. Vivía protegido, según se dijo, por altos mandos del Ejército y por el entonces secretario de Seguridad Pública del gobierno de Felipe Calderón, Genaro García Luna.
Tras la muerte de Amado Carrillo, “El Azul” se afincó en Morelos. Era gobernador el panista Sergio Estrada Cajigal. Se dijo que la hija de “El Azul” era novia del entonces gobernador. Esparragoza tenía el control de la policía estatal y traficaba droga en las patrullas estatales y a través del aeropuerto del estado.
Ahora que Morelos vive una oleada de violencia sin tregua, el gobernador Cuauhtémoc Blanco se ha mostrado impotente, pues el gobierno ha mostrado incapacidad para hacer frente a los cárteles que se disputan el control de la entidad.
Cuando Graco Ramírez, el exgobernador del PRD, dejó el cargo, el estado estaba dividido. En Morelos hay 37 municipios y al menos 15 de ellos estaban gobernados por alcaldes ligados al narcotráfico, según aceptaron las propias autoridades estatales. Esta situación prevalece hasta la fecha. El narco está desatado y las autoridades sólo son meros espectadores de la violencia de alto impacto.