Opinión
Legislación Rebasada
Desafío *La Sangre y el Lodo
Rafael Loret de Mola
La legislación mexicana está rebasada por las contradicciones, los absurdos y las incoherencias. Hay tantos ejemplos que quiero quedarme con dos. Si uno lee con cuidado el texto constitucional nos encontraremos al artículo 82 que resume los requisitos para ser presidente de la República; en esta norma se asienta que para optar por este cargo es necesario ser hijo de padre o madre mexicanos lo que, literalmente, anula a quienes tienen sendos progenitores nacidos en este suelo. Un absurdo derivado de la mala redacción y el consiguiente descuido de tantos reformadores.
Alguna vez, el maestro ilustre Ignacio Burgoa Orihuela, de quien tuve el honor de ser su discípulo, me decía una convincente sentencia acerca de las propuestas de elaborar una nueva Constitución partiendo de la base de que los casi 600 “parches” le habían quitado fondo y estructura. El profesor de Derecho Constitucional y Amparo me respondió con énfasis:
“La mejor reforma que podría hacerse a la Carta Magna de 1917 es sencillamente cumplirla porque en ella se reúnen los principios básicos de la República por los que todavía seguimos luchando. Lo malo no está en ella sino en quienes, por sombríos fines políticos, la han vulnerado, incumpliéndola”.
Razón de peso, sin duda, para exigir el apego al máximo texto en donde se consolida la soberanía nacional, la autonomía de las entidades soberanas y la conformación de los tres poderes de la Unión, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial que, juntos, forman y conforman gobierno. Combatir desde uno de ellos a otro equivale, simplemente, a un golpe de Estado porque anula el concepto básico sobre la paridad de los poderes que equilibran el rumbo de la República. Y, precisamente, el actual mandante pelafustán se ha apuntado, desde el principio de su magra gestión, a violentar esta regiduría fundamental para el funcionamiento del Estado mexicano hacia dentro y hacia afuera del país.
Pero no es solo en la cúspide de la pirámide donde se dan contradicciones y absurdos tan sonados. Otro ejemplo, preocupante sin duda, lo tenemos en la legislación electoral, tan manoseada como una suripanta de barrio. Ahora mismo contemplamos una absurda parálisis de candidatos y partidos porque se ha pretendido dividir los conceptos de precampaña y campaña dentro del proceso electoral. Así las cosas, vivimos una extraña etapa de intercampañas que más parece formar parte de un léxico rudimentario y no de una disposición esencial para la vida democrática.
En pocas palabras, NO tiene sentido alguno un paréntesis que solo tiene el sentido de detener la marea política, durante mes y medio, solo porque sí, nada más como ocurrencia fatal de algunos de los pretendidos “sabios” de la vida democrática de la nación. Peor aún si consideramos que los líderes partidistas se empeñan en hacer su voluntad sin hacer caso de los tropiezos del proceso impuestos por los árbitros comiciales atenidos, acaso, a la búsqueda de patrañas para elevar las multas a partidos y aspirantes acaso para compensar así los recortes miserables de quien se pretende dueño de México y sigue actuando como si fuera eterno lo que, por fortuna, es absolutamente imposible, moral, legal y políticamente.
Así las cosas ni se logra silenciar a los candidatos ni la pausa torpe evita el análisis sobre las pretensiones a futuro de cada quien; al contrario, avivan las especulaciones baratas como las que insisten, sin sustento, en la “resurrección” del ex canciller, Marcelo Ebrard Casaubón, quien ha tenido oportunidad de suicidarse varias veces dentro del establishment en su ilusión por ser el “primer magistrado”, cuestión que ya, de plano, no está a su alcance salvo de la cizaña de ciertos mercenarios que le cantan al oído.
Sí, a estas alturas, el revoltijo político es de grandes proporciones, ¿para qué aumentar el caudal de especulaciones sin sustento? Determinado está que no habrá candidatos independientes a la Presidencia y que se ha definido, al dedazo, al abanderado del esquirol Movimiento Ciudadano por lo cual ya no hay espacio para más… aunque el señor de Palacio Nacional maniobre para tratar de encontrar nuevos motivos que ultrajen a la ley y a la interrelación entre los poderes de la Unión con el consiguiente avasallamiento de una sociedad tuerta y tantas veces sordomuda.
Por desgracia, los barruntos de tormenta se han dado en cada uno de los partidos con registro. En el MC se impugna la candidatura de Jorge Álvarez Maynez por haber sido una suerte de imposición; en el PAN el enfrentamiento con el gobernador de Coahuila, Manolo Jiménez, a causa de un exhibido acuerdo de lo más torpe para repartirse hasta las notarías, golpea igualmente al PRI de Alito quien pierde consistencia. Y, en MORENA, la prieta de Andrés llamada, los vicios han aumentado tanto en la selección de aspirantes que ya nadie se cree en la moral de cuantos la integran además del descaro de los gobernadores (as) de esta filiación empeñados en llenarse de lodo -y sangre también- las manos.
En el principio de 2024 se han dado ya cuatro asesinatos de aspirantes al Senado y la Cámara baja y las asechanzas aumentan acaso con el propósito de inhibir a los futuros votantes haciéndoles creer que acudir a las urnas es un riesgo innecesario cuanto es, precisamente todo lo contrario: quedarse en casa, en estos tiempos de definiciones, equivale a una de las peores traiciones a la patria a la que se dejaría en manos de una clase política envenenada, apoltronados en un sillón.
Nunca, como ahora, se habían puesto tantas trampas en contra de la legitimidad de la larga lucha democrática. Y este tremendo desafío es el que deberemos resolver ya mismo.