Mérida

La política urbana municipal, una empresa de comunicación y promoción: el producto, Mérida: “Ciudad Blanca”

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*Siempre con la ayuda del marketing urbano y la difusión mediática, la construcción, la cultura y el turismo son la tríada de los grandes negocios de interés transnacional, mientras que el deterioro ambiental y la pobreza social se adscriben a la retórica insulsa del desarrollo sustentable, con la que estos planes del capitalismo inmobiliario buscan legitimidad público-privada.

  Por Jorge Franco

Hablamos ya de dos etapas de la historiografía del urbanismo emeritense pero nos faltó una más, la más reciente y, por lo tanto, mucho más determinante del actual curso inmobiliario de la capital yucateca. Esta tercera fase comprende la subordinación de las políticas públicas a la fórmula de la “planificación estratégica” de las agendas globales, un recurso tecnocrático para dar cupo institucional al urbanismo especulativo, que sirva incondicionalmente a los intereses transnacionales de las metrópolis salvajes.

Se trata de la etapa ultra neoliberal del presente milenio en la que, de modos más radicales y fanáticos, se ignora la historia citadina, se instrumenta la cultura ciudadana y se enajena la identidad urbana, en aras de tres designios mercantiles: 1) el control especulativo del espacio urbano, 2) el cambio mercantil de la imagen urbana, y 3) la promoción comercial de la marca de la ciudad. He aquí lo que el Ayuntamiento pretende ahora desde el PMDUM y el IMPLAN como el gran proyecto urbano para Mérida. Y para tratar de apuntalar estas instancias, creó el presunto¨Observatorio Urbano de Mérida¨.

Más que políticas públicas de compromiso social, operan como empresas privadas con intereses elitistas

Para justificar el marco de las actuaciones públicas dentro de líneas estratégicas bajo control global, la política urbana municipal adopta ahora formas y modos de una empresa de comunicación y promoción, donde el producto original que se promociona es la propia ciudad de Mérida: ¨Ciudad Blanca¨. Para ello, siempre con la ayuda del marketing urbano y la difusión mediática, la construcción, la cultura y el turismo son la tríada de los grandes negocios de interés transnacional, mientras que el deterioro ambiental y la pobreza social se adscriben a la retórica insulsa del desarrollo sustentable, con la que estos planes del capitalismo inmobiliario buscan legitimidad público-privada.

Al día de hoy, como resultado de los excesos de los dos períodos previos: tráfico local de suelo urbano hasta fines de los 80 y oferta de suelo urbano al mercado global hasta terminar el Siglo XX, emerge en el tercer periodo un nuevo discurso oficial que -lejos de lo que Harvey (2004) destaca como un nuevo ajuste espacio-temporal, que pretende impulsar un cambio de modelo productivo, para auspiciar la vuelta a la ciudad desde principios de sostenibilidad ambiental-, se queda de modo advenedizo en la entrega incondicional de patrimonios culturales y bienes comunes a las empresas transnacionales para el montaje indiscriminado de negocios oportunistas desde los mercados globales.

Sin entender o, mejor dicho, ignorando por sistema la peligrosidad del agotamiento del actual ciclo inmobiliario -al que la capital yucateca accedió en forma tardía debido a la descomposición social y la violencia urbana por todo el orbe global-, las medidas anticipatorias del Ayuntamiento de Mérida brillan espectacularmente por su ausencia. Al mismo tiempo, los titulares municipales solo se regodean con las calificaciones de las consultoras privadas y los reconocimientos de los organismos globales.

Inexistencia de medidas precautorias frente al agotamiento del ciclo actual del capitalismo inmobiliario en Mérida

La inexistencia de medidas precautorias en la capital yucateca, anticipan la negación de cualquier nueva etapa en términos reformatorios de rentabilidad sectorial e hipotecan la posibilidad de cambios sustantivos para la sustentabilidad integral. En otras palabras, no se visualiza ni siquiera una cuarte etapa neoliberal que redunde a favor de los presentes respaldos de desregulación en la intervención urbana a favor de los proyectos de clase mundial. En consecuencia, careciéndose de capacidad para reactivar cualquier otro nicho inmobiliario de interés global; ¿De qué alto nivel de desarrollo urbano sustentable puede hablarse hoy día para Mérida?

Cuatro son las claves que se han ignorado en los documentos del PMDUM, porque el IMPLAN no reconoce las áreas sobre las que se ciernen las amenazas de la crisis urbana debida al agotamiento del ciclo inmobiliario: alquiler habitacional, rehabilitación urbana, protección patrimonial y seguridad pública. Casi nada es lo se anticipa al respecto. Y todo se evidencia cuando el mismo presidente municipal, acaso repite lugares comunes y declara problemas fantásticos: ¨si queremos seguir conservando la calidad de vida que se disfruta en Mérida es necesario enfrentar… los problemas de la ciudad que afectan a todos como el incremento del parque vehicular, la lucha contra la desigualdad entre el Norte y el Sur de Mérida, el crecimiento de la vivienda, la redensificación urbana, los efectos del Cambio Climático y la defensa del patrimonio cultural, entre otros…¨. Veamos ahora las áreas estratégicas ignoradas en todas las instancias del Ayuntamiento de Mérida.

1) El mercado de alquiler habitacional permanece anquilosado e ignorado en la capital yucateca, sujeto a la especulación privada y sin alentar la agilización de la movilidad y la eliminación de obstáculos para el desplazamiento. Esto, si bien es inconveniente en los segmentos y los momentos urbanos donde hoy se produce una mayor rentabilidad del mercado inmobiliario, se torna peligroso bajo situaciones críticas irreversibles. Hay un hecho muy claro: el IMPLAN no se ha ocupado de esta área debido a que el Ayuntamiento de Mérida pretende que no se agotará el actual ciclo inmobiliario. No asume ni siquiera que, sin soluciones efectivas para la tercera etapa en términos de sustentabilidad urbana, el alquiler habitacional se estructuraría como un entorno pragmático de negocios, es decir, como remedio coyuntural a otra crisis del capitalismo inmobiliario.

2) La rehabilitación urbana, concebida como medida de aliento para el crecimiento inmobiliario pero también contra la crisis del mismo, carece actualmente de dinamismo productivo basado en la intervención público-privada sobre la ciudad consolidada y su deteriorado patrimonio edificado, abarcando no solo el centro histórico sino también la periferia obrera más antigua. No hay leyes estatales ni programas municipales que se ocupen de modo conspicuo de la rehabilitación, la regeneración y la renovación urbanas, promoviendo la generación de nuevos mercados en torno al suelo urbano. Esto sucede porque, como se evidencia en el PMDUM, el Ayuntamiento de Mérida ha abandonado el objetivo propio del planeamiento general de establecer un modelo de ciudad; y se asume desde el IMPLAN que la ciudad estará en un continuo proceso de crecimiento inmobiliario, con su destino unido al devenir global y no a la realidad social regional.

3) La protección de los valores patrimoniales afronta hoy una paradójica situación de retroceso que se agudizará al término de la tercera etapa; que el PMDUM ignora porque se trata de eliminar obstáculos a posibles desarrollos inmobiliarios de interés transnacional dentro de áreas centrales de la capital yucateca, donde tradicionalmente se concentran los elementos de mayor valor histórico y cultural. El IMPLAN no asume tampoco que se encuentran vulnerables ante la maquinaria regional del capitalismo inmobiliario, debido a que el Ayuntamiento de Mérida alienta intervenciones físicas preferenciales a pesar de que no sean interesantes o indispensables urbanísticamente. Aunque la mayoría de los valores patrimoniales de Mérida están estrechamente relacionados con la realidad social regional, se intenta que las zonas de mayores valores ya no se correspondan con aquellas donde ocurrió el trabajo agrícola de interés industrial o mercantil, que tuvo la mayor incidencia en el territorio regional, fundamentalmente como tradiciones comunitarias o memoria histórica.

4) La seguridad pública, considerada una herramienta destinada a mejorar la convivencia urbana, requiere de mucho más que dispositivos de control y vigilancia de los múltiples segmentos de ciudad de Mérida. La seguridad es hoy día un factor de calidad y estilo de vida en el mundo globalizado, relacionado cada vez más con la planificación urbana vinculada a la realidad social regional, que al seguimiento incondicional de las agendas globales. La prevención del crimen a través de este recurso consciente de la evolución económica y social de las metrópolis, ha demostrado ser una estrategia efectiva para prevenirlo y abatir los sentimientos ciudadanos de inseguridad.

No destaca el PMDUM por ninguna estrategia integral o sustentable, que sirva para analizar y proyectar la relación entre medio urbano y seguridad pública como consecuencia de diferentes situaciones económicas, políticas, sociales y culturales. No se habla ahí con pleno conocimiento de causa ciudadana de las vulnerabilidades urbanas de la capital yucateca, para prevenir los impactos del agotamiento del ciclo inmobiliario mediante los controles naturales de accesos, las formas de vigilancia natural, los refuerzos del territorio, el mantenimiento de los espacios públicos y participación comunitaria.

Conclusión

Sin lugar a dudas, el IMPLAN y el Ayuntamiento de Mérida deben asumir lo que realmente está ocasionando el capitalismo inmobiliario en la presente tercera etapa de urbanización especulativa, así como también reconocer sus carencias de visión metropolitana e incapacidades para la planeación avanzada ante la posibilidad del agotamiento del ciclo inmobiliario.

Mencionar en los documentos del PMDUM y hablar en los foros globales de la ONU y la UE, de alto nivel de desarrollo urbano sustentable, es solo admitir abiertamente la inexistencia de medidas precautorias. En síntesis, que no se visualiza ni siquiera una cuarte etapa neoliberal que redunde a favor de los presentes respaldos de desregulación en la intervención urbana a favor de los proyectos de clase mundial.

A decir verdad, peor planificación municipal hacia el 2040 es, por demás, imposible.

 

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