Mérida
LA CULTURA EN CENIZAS
* A casi un año del incendio del teatro José Peón Contreras han cambiado muchas cosas, una de ellas es que la Orquesta Sinfónica de Yucatán ya no será la misma
*El incendio ocurrido el 1 de noviembre del año pasado sólo dejó al descubierto la falta de mantenimiento que carecía el teatro José Peón Contreras, pues antes de este incidente las molduras del techo ya se veían desprendidas
Redacción/ Sol Yucatán
A casi un año del incendio del teatro José Peón Contreras han cambiado muchas cosas, una de ellas es que la Orquesta Sinfónica de Yucatán (OSY) ya no será la misma, pues el fuego consumió también al quien fuera su director por 14 años, Juan Carlos Lomónaco, en su lugar quedó José Areán.
La destitución la realizó el mismo Comité de la OSY que oficialmente dijo que el cambio era para extender los alcances de la orquesta y avanzar en metas futuras que motiven al surgimiento de nuevos talentos, la innovación y la proyección del Estado.Lo cierto es que el músico no se quedó callado y mostró la falta de apoyo económico por parte del Ejecutivo del Estado, el cual desde 2021 recortó el presupuesto para sostener el sueldo de los músicos, así como de otros gastos que origina la operación de la OSY.
La crisis detonó cuando se hizo público que el gobierno sólo aportaba el 47% del presupuesto asignado en años pasados y que para 2023 se calcula en $27.782,939 de pesos, es decir, que hasta junio pasado todo el personal del Fideicomiso Garante del Patronato de la Orquesta Sinfónica de Yucatán (Figarosy) se habría quedado sin sueldo, provocando que la orquesta estuviera a punto de desaparecer.
El mismo Figarosy, presidido por Margarita Molina Zaldívar y los benefactores evitaron que desapareciera la OSY. El Figarosy es una de las 51 paraestatales del Gobierno de Yucatán y lo que buscaba la autoridad estatal es que los empresarios cubrieran el faltante que asciende a $14.911,550 de pesos.
Esta situación era incomprensible, porque tanto los empresarios como el Patronato de la OSY no tienen la obligación de cubrir los sueldos de empleados de gobierno, toda vez que el personal que labora en el Figarosy tiene base y está afiliado al Isstey.
El Patronato apenas logra recaudar y entregar 4.5 millones de pesos, por lo que es impensable que, además de dicha cifra, reúna 14 millones de pesos para cubrir el faltante de la nómina.
La salida de Lomónaco y el trato a los músicos por la situación económica causó una fuerte indignación por quienes son fieles seguidores de la OSY, que cada temporada compran sus boletos, incluso el presidente fundador de la Orquesta Filarmónica del estado de Querétaro A.C., Alberto J. Echazarreta A., difundió una carta señalando que como yucateco se sentía indignado por la decisión del Ejecutivo y por la Secretaría de Cultura de Yucatán.
“No solo por esta decisión, sino la forma vergonzosa en que Lomónaco fue informado tras 14 años de ardua dedicación y crecimiento innegable de la OSY. A la cultura yucateca no se le quitó, sino que se le “arrebató” un activo cultural muy valioso. Los yucatecos no somos así. Es para mí muy obvio e inadmisible que una persona que nunca asistió a los conciertos, mucho menos a los ensayos, y obviamente no tiene la más pálida idea de lo que es una organización filarmónica pueda tan alegre, irresponsable, política y visceralmente tomar una decisión de la importancia que ésta tiene para la cultura del Estado y el futuro de la OSY.
Para muchos el incendio ocurrido el 1 de noviembre del año pasado sólo dejó al descubierto la falta de mantenimiento que carecía el teatro José Peón Contreras, pues antes de este incidente las molduras del techo ya se veían desprendidas, lo que además hubiera provocado otro accidente en alguna función.
Luego de haber suspendido algunos conciertos, la OSY retomó sus actividades teniendo como sede el Palacio de la Música, mientras se termina la reparación del teatro José Peón Contreras que se calcula concluyan en el segundo semestre de este año año.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), encargado de la obra, prevé que este año se reabra el lobby del teatro, dónde se podrían realizar diversos eventos.
Desde febrero pasado el INAH indicó que concluyó la etapa de diagnóstico, el levantamiento de los daños y el avalúo total de lo que costará la restauración de las partes dañadas, que sería de 60 a 80 millones de pesos.
El INAH tuvo que solicitar que se haga efectivo el seguro del inmueble porque es el único facultado. Es el que pagó la póliza de aseguramiento, ya que el gobierno tampoco tuvo ni la mínima intención de aportar dinero para esta obra, lo que dejó en claro que a la autoridad estatal no le interesa la difusión y promoción de las bellas artes.
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