Mérida

El gran parque de la Plancha, como novia ataviada

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Por Hansel Vargas

Cuando una novia se prueba el traje de boda frente a familiares y amigas recibe elogios porque luce vistosa. Y lo está pese a no tener los zapatos, peinado, joyas, ramo y maquillaje que completarán su imagen. Pero esos complementos son necesarios para la ceremonia. Es impensable que ella se presente al altar sin ellos.

Algo similar ocurre con el Parque de La Plancha. Es obra vistosa, novia vestida sólo con el traje. Está inconclusa. Fue inaugurada estando incompleta. Esto no es mal menor ni cosa insignificante. Revela ineficiencia.

Y la falta de transparencia de cómo se realizó ese proyecto y se gastaron los más de $1,300 millones que costó la obra genera sospechas de corrupción.

Ese parque se abrió al público con secciones que estaban en obra negra. Por ejemplo, frente al Museo del Ferrocarril -cerrado el día de la inauguración- había montículos de tierra y de material de construcción así como tractores y otras maquinarias.

Más allá, obreros abrían una zanja y otros construían un muro para separar al sitio recreativo de la estación de autobuses eléctricos, la cual luce como esqueleto metálico pues tampoco está terminada.

Esa central de pasajeros deberá estar lista en 15 días, cuando empezarán a correr los convoyes del Tren Maya, otro proyecto criticado por la falta de estudio preliminar, opacidad, falta de planeación, costo que se triplicó y, lo más grave, el ecocidio irreversible causado en flora y fauna para darle paso.

Es imperativo que los gobiernos federal, estatal y municipal paren de presumir novias ataviadas sólo con el traje. También es imprescindible que rindan cuentas sobre cómo se gastan nuestros impuestos.

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