Opinión
De Washington a la península
Por: J. Jesús Esquivel
Washington – La crisis política en Washington por la presión de los legisladores federales republicanos y su frustración por la caída libre en su popularidad, registrada en las encuestas con miras a las elecciones presidenciales del 5 de noviembre de 2024, obligan a Joe Biden a apretar las tuercas al gobierno de México.
La inamovilidad de los republicanos para no dar salida al pedido presupuesta de Biden de 110 mil millones de dólares en ayuda militar y humanitaria para Ucrania sino ejerce mano dura contra la migración indocumentada que llega a Estados Unidos por México, dejó sin opción al octogenario mandatario del norte y tomó el teléfono para llamar al presidente Andrés Manuel López Obrador.
La imparable y creciente ola de migrantes procedentes de Centroamérica, Sudamérica y el Caribe que pasan por México en su peregrinaje a la frontera sur de Estados Unidos, tiene arrinconado a Biden quien en la conversación con AMLO le pidió a éste; utilizar con mayor efectividad y puño de hierro a la Guardia Nacional para detener a las olas de migrantes.
Para amarrar los detalles y ajustar tornillos, acorde a los caprichos republicanos; Biden le informó a AMLO que envía a la capital mexicana a su secretario de Estado, Antony Blinken, al del Seguridad Interior, Alejandro Mayorkas y a su asesora de Seguridad Nacional, Elizabeth Sherwood Randall.
La tensión no se relega a la imposición de un muro con uniformados de la Guardia Nacional para cerrar el paso de los migrantes; no, Biden quiere que el gobierno mexicano aumente y acelere la repatriación de los centroamericanos, sudamericanos y caribeños que no tienen siquiera la opción de presentar su solicitud de asilo en Estados Unidos.
En términos concretos y como el gobierno de México lo ha venido haciendo desde la presidencia de Donald Trump; la Casa Blanca desea que AMLO se ponga muy bien el uniforme de la Patrulla Fronteriza gringa y selle la frontera sur mexicana a los migrantes.
El cierre de puentes transfronterizos en la región limítrofe que comparte Texas con México, como se lo asentó Biden a AMLO en su charla telefónica; pega al comercio y a los empresarios y eso sí que duele.
Gregg Abbott, el gobernador republicano de Texas promulgó una ley que entra en vigor en marzo de 2024 con la que la policía texana y otras agencias de la aplicación de la ley de la entidad, quedan autorizadas para capturar y deportar a inmigrantes indocumentados.
Lo de Texas es un pleito constitucional que debatirá en los próximos días la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos porque la facultad de seguridad fronteriza, arresto y deportación de inmigrantes indocumentados es prerrogativa exclusiva del gobierno federal.
Aquí el punto con AMLO es que Washington exige que sea el gobierno mexicano el que le siga haciendo el trabajo sucio en materia migratoria por una sola e inalterable razón: calmar a los republicanos en un año electoral que materia de inmigración reditué mejores resultados en las encuestas para Biden con miras a las elecciones presidenciales del martes 5 de noviembre de 2024 y, darle armas y víveres a Ucrania.