Opinión
CRÓNICA DE UNA TRAICIÓN
TIRANDO LEÑA AL RESENTIMIENTO
Prof. Roger González Herrera
Recuerdo que, en San Felipe, apenas contábamos con 38 militantes, que en realidad eran panistas de “closet”, porque temían manifestarlo públicamente por las represalias del PRI-gobierno. En 1997, como candidato a diputado federal del PAN por el primer distrito, caminé las calles de ese puerto, para repartir propaganda de mi campaña, solamente acompañado por dos colaboradores y por una tía de Joaquín Díaz Mena, Doña Sarita, que fue la única que tuvo el valor de salir y manifestarse públicamente como panista.
A principios del año 2001, siendo Diputado Federal, visité a quien señalaban como un joven talentoso en el puerto de San Felipe, siguiendo la instrucción del Comité Estatal del PAN, para invitarlo a encabezar la candidatura de Acción Nacional a la alcaldía de dicho municipio. En aquella ocasión, me acompañó Daniel Ávila Aranda, quien conocía a Díaz Mena desde muy joven.
“Huacho”, como popularmente es conocido, fue rechazado “por novato” por la dirigencia del PRI de esos años, específicamente, por el abogado Orlando Paredes Lara, quien sería candidato perdedor del tricolor al gobierno del Estado. A pesar de haber militado en el Frente Juvenil Revolucionario, Díaz Mena, no fue tomado en cuenta, el PRI nunca lo tomó en serio.
Al llegar al puerto de San Felipe, nos encontramos con varias bardas que hacían alusión a las pretensiones de “Huacho” y era evidente el amplio respaldo que tenía de la gente. Recuerdo que él y sus cercanos colaboradores y familia, nos recibieron en una casita de madera de forma muy amable.
Huacho aceptó pasarse a las filas del blanquiazul y al día siguiente lo presentamos ante el entonces presidente estatal del PAN, Alfredo Rodríguez y Pacheco, y ante Patricio Patrón Laviada, quien ya se perfilaba como el candidato del PAN a gobernador. Recuerdo que el día que lo presenté a ambos le regalé un ejemplar de los Principios de Doctrina del PAN y le dije, “de ahora en adelante esta debe ser tu Biblia”.
En consecuencia, el día 8 de febrero del 2001, ante más de 500 personas, entre ellos los 38 miembros activos del PAN de San Felipe, “Huacho” fue electo candidato del PAN a la alcaldía y rindió protesta ante mí, como representante del Comité Estatal blanquiazul.
“Huacho” fue un buen alcalde, pues contó con todo nuestro apoyo, de un servidor como integrante del Gabinete de Patricio Patrón y de todos mis compañeros, quienes siempre le abrían la puerta y atendían sus peticiones.
Posteriormente, lo apoyamos en sus campañas a diputado local y federal, y sus triunfos los consideramos propios.
Lo acompañamos en su primera candidatura al Gobierno del Estado en 2012 y, después de perder, el PAN lo apoyó con una diputación plurinominal en reciprocidad a su esfuerzo y sacrificio. Acción Nacional nunca lo dejó morir solo, porque él decía ser “un soldado del PAN”.
Cuando “pasamos el desierto” en la mitad de la década pasada, cuando perdimos todo, incluyendo la Ciudad de Mérida, tuvo el respaldo y el apoyo del Comité Estatal que le dio la cartera de Acción de Gobierno.
Recuerdo que, a finales de 2017, aparcó su auto híbrido en el estacionamiento de mi negocio, iba solo, se bajó y, en mi pequeña oficina, me pidió apoyo para publicar un desplegado con la firma de varios militantes distinguidos del PAN que respaldaban sus aspiraciones al Senado de la República. Gustosamente, acepté apoyarlo y realizar la labor de visitar a esos panistas para recabar sus firmas, entre ellos Don Benito Rosel, quien me recibió en su casa. Fue la última vez que lo vi antes de su partida de este mundo. Y así con otros ilustres y férreos panistas de larga militancia que respaldaron desinteresadamente a Huacho.
Lamentablemente y sin darnos a conocer antes su decisión, Joaquín Díaz Mena, abandonó las filas del PAN en el año 2018 por un desacuerdo con Raúl Paz Alonzo (hoy morenista también), quien fue beneficiado con la designación del CEN del PAN para encabezar la fórmula al Senado. Muchos nos sentimos decepcionados y utilizados por él. Y por años hemos cargado con esa pena y con ese señalamiento por haberlo respaldado en sus empeños de llegar al Senado.
No me explico en qué momento decidió cambiar de partido y traicionar a los miles de panistas que lo respaldamos siempre contra viento y marea. Nunca puso por delante sus principios y su lealtad a sus amigos y correligionarios, solo buscó su beneficio y su conveniencia, pues sabía que perdiendo sería premiado por Morena con el puesto de Súper Delegado de los programas federales.
Pero no midió bien. Los panistas no lo siguieron en masa, apenas lo acompañaron a Morena sus 5 colaboradores que dependían de él económicamente. En el comedor de la casa de la familia Loría de Sucilá palpó el alma del panismo y conoció lo que es ser militante del PAN en Yucatán: “Te queremos y hemos estado contigo, pero no te seguiremos, el PAN es como nuestra familia y religión, no lo podemos cambiar”. En Ticul, el Doctor Juan Martín le escribió en redes sociales: “hemos sido tus amigos, pero nos traicionaste y a partir de ahora aquí te vamos a combatir en la campaña que viene”. Y así por el estilo.
No es correcto hablar mal de quien fue un amigo, pero creo no estarlo haciendo, sino más bien advirtiendo al resto de la sociedad, “quien traiciona una vez traiciona siempre” y no debe ser digno de nuestra confianza. Además, como ciudadano, tengo que ser congruente con mis ideales y con mis convicciones.
Estoy convencido de que, independientemente del aprecio que alguna vez le tuve a “Huacho”, está encabezando un proyecto que no es favorable para Yucatán, le está tirando leña al resentimiento social, creando división en la sociedad y está siendo el instrumento de un sistema perverso que nos puede conducir al terror y a la inseguridad.
Lo dejo de tarea.