Opinión

CABALLEROS

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Por Pedro Rivas Gutiérrez

Recibes un mensaje en uno de tus grupos de WhatsApp diciendo que habrá que cambiar el lugar de la comida del jueves porque el que se había elegido cerró. Miras tu agenda y te das cuenta que lo acordado para el jueves es en lugar distinto al cerrado. Contestas señalando el error y recibes nuevo mensaje diciendo: “Perdón, era para otro grupo”.
Te das un tiempo para que tu cerebro registre la información y reanudas el intercambio de mensajes: “¿Hiciste compromiso con dos grupos distintos para el jueves?”… “No, el otro grupo es para el sábado”… “Dijiste jueves”… “¿Ah sí?…
Decides que lo mejor es no seguir insistiendo y esperar al jueves a ver qué pasa.

Mientras tanto, te reúnes con otros amigos y surgen conversaciones más o menos de este tipo: “Te has de acordar de este muchacho… ¿cómo se llama?… este… el que se casó con… hombre, la hija de… este… que tenía una tienda en la calle… casi en la esquina de…”

Tu mente empieza a buscar respuestas como quien juega una carambola de tres bandas. No te ha quedado claro si la tienda era del muchacho o del suegro y tampoco si la calle era de Mérida, de Campeche o de Churipurigüécaro el Alto.
Después de escuchar algunas otras vaguedades igual de despistadas y para ir acotando las posibilidades, preguntas tímidamente: “¿Qué vendía la tienda?” Cuando la respuesta es: “¿Qué tienda?”, sabes que llegó el momento de cambiar de tema.

Es como cuando llegas a casa muerto de hambre y te preguntan: “¿Te acordaste de que hoy es quincena?”
O la infinidad de ocasiones en que te preguntas: “¿Cerré la reja?”… “¿Dónde puse mis lentes?”… “¿Tomé las pastillas?”… “¿Qué día es hoy?”… “¿Quién será este que me saluda con tanta efusividad?”…

Dirán ustedes que con la edad se va deteriorando la memoria, por no decir que son cosas de viejos.

¡Falso de toda falsedad! En el caso de mis amigos y yo, la causa de tales olvidos y confusiones no es que estemos viejos, sino que somos unos caballeros.

¿No dicen por ahí que los caballeros no tienen memoria? Pues ahí está, no se diga más.

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